El Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos como conclusión de la lectura del mensaje del Santo Padre, acogido con un interminable aplauso, desarrolló algunas de las ideas de Juan Pablo II, en especial el por qué de su acción de gracias a Dios: “por este don que se llama carisma”.

El carisma es definido por él como “la cosa más preciosa que les ha sido confiada mediante la fundadora del Movimiento, Chiara”. Gratitud “al Señor por lo que ha obrado en ustedes en estos 60 años, por las grandes obras de Dios”, acompañadas por el sentido de responsabilidad que tal don comporta: fidelidad, acogida radical “con una total apertura a Dios dejándose guiar por la gracia del carisma, con una continua profundización en este don para hacerlo fructificar en la vida personal, en la vida de la Iglesia y del mundo”.

Mons. Rylko observó que “el carisma es completo desde un inicio, sólo que ni siquiera el fundador conoce sus detalles. Si le preguntan a Chiara si ese 7 de diciembre quería fundar un Movimiento responderá que absolutamente �no!”. Esta fecha –recordó- “ha sido el inicio de una aventura pensada en su totalidad por Otro. Es el mismo Espíritu Santo quien revela poco a poco la enorme riqueza que el carisma conlleva”. Es más “la garantía de la juventud y de la permanente frescura de un carisma –precisó- está precisamente en el hecho de que sorprende siempre con cosas nuevas que revela ante nuestros ojos”, porque “cuando el Espíritu Santo interviene sorprende siempre”.

Y aquí Mons. Rylko subrayó la importancia de la memoria de los “eventos surgidos de la fuente” que han dado origen a un Movimiento. En esta “memoria –concluyó- está la fuerza, la luz para poder caminar, para poder ir adelante en la certeza de que el Señor está con nosotros”. Después Mons. Rylko auguró a Chiara “mucha fuerza todavía por largos años”.

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