«Nos hemos sentido transformados, reforzados. Este encuentro ha sido un signo de gran esperanza. En estos tiempos nos llegan desde Europa sobre todo consumismo, moda, valores materiales. Hemos entendido que podemos dar valores espirituales». Dice un fax de la capital de Lituania, Vilnius, que el 1� de mayo, junto a otros 9 Países, festejó el ingreso a la Unión Europea, no sin el temor de muchos. Es ésta una de las 163 ciudades de Europa que el 8 de mayo estaban conectadas vía satélite con el estadio de Stuttgart, repleto con 10.000 personas de todo el continente para la gran manifestación con el título: Juntos por Europa. Un encuentro que muchos han definido como “histórico”, también porque era el primer encuentro de dimensiones europeas, con la presencia de 150 movimientos católicos, evangélicos, ortodoxos y anglicanos.

Un alma para Europa
«Estamos aquí para dar un alma a Europa que genere una unidad espiritual fuerte» – dijo Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, en la inauguración- «como tantas redes de relaciones fraternas que unen a los pueblos, casi para preparar, a nivel de laboratorio, la plena unidad europea», en la riqueza de la diversidad. Son palabras que en Stuttgart se convirtieron en una experiencia viva: «Una impresión de esas que permanecen» –declaró en una entrevista para Città Nuova el Presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi: «Hoy Europa se ha presentado con la posibilidad de cerrar un capítulo en la historia sin más dolor, sin más divisiones».
Una experiencia que fue vivida con la misma intensidad en los encuentros conectados simultáneamente, como revelan los muchísimos fax y e-mail. Desde Trento escriben:«No sabíamos si estábamos acá o más allá de la pantalla».

Una piedra angular
«Tenemos necesidad de una Europa de los corazones que no esté sólo llena de euros, sino llena de valores, llena de Dios», afirmó el card. Kasper desde el palco de Stuttgart. «Tenemos necesidad de esta Europa espiritual – dijo- de movimientos espirituales que hagan tangible esta Europa. Tenemos necesidad de comunidades que superen las fronteras de los pueblos y de las naciones: la de hoy es una piedra angular en este camino».
En Ginebra, entre las personalidades presentes en la sede mundial del Consejo Ecuménico de las Iglesias, el Alto Comisario para los derechos humanos de la ONU, Marie-Francois Charrin dijo: «Esta Europa unida con un alma, un corazón, dos pulmones, sanará las enormes llagas en los Países en conflicto».

Europa nació de los escombros del 2do. Conflicto Mundial

El proceso de reconciliación y el sueño de una Europa unida nace precisamente a partir de los escombros de un conflicto: la Segunda Guerra Mundial. Lo recuerdan el pastor evangélico Aschoff de la Renovación Carismática de la Iglesia Evangélica y el historiador Andrea Riccardi, fundador de la comunidad de San Egidio. El Presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, se remonta a la visión de Schuman, De Gasperi y Adenauer y a los primeros pasos marcados con el tratado del carbón y el acero de 1951, después el euro y la Constitución en curso. Recuerda que los grandes padres se han nutrido de la fe para construir Europa. También hoy –dice- los cristianos están llamados a «aportar su creatividad», «para que Europa crezca no como una fortaleza, sino como un sujeto político que tiene un alma y hace de la paz y de la justicia su identidad y su vocación». Y agregó: «de esta alma, ustedes son un componente esencial».

La visión de Europa a la luz de los carismas

Es una visión de Europa iluminada con la luz de los carismas suscitados por el Espíritu a lo largo de los siglos que recorre la manifestación. No es por casualidad –recuerda el Pastor Aschoff- que precisamente «durante las duras jornadas de la guerra» nacieron en las distintas Iglesias muchos de los nuevos movimientos espirituales y comunidades. «Detrás de estos rostros, hay un corazón regenerado por el Evangelio» dijo Andrea Riccardi. Ante la falta de «empuje de Europa», ellos ofrecen «el gusto por el futuro».

Se trata de una Europa que «tiene necesidad de una nueva relación entre los hombres», afirma Ulrich Parzany, pastor luterano, secretario general de la YMCA en Alemania y promotor de una vasta iniciativa de evangelización, Pro Christ. «La misma democracia -advierte- se basa en presupuestos que ella misma no está en grado de crear».
La palabra clave lanzada en Stuttgart es «fraternidad universal». De ella habla Chiara Lubich: es la aspiración más difundida, esa fraternidad hecha posible por Jesús que «ha abatido los muros que separan a los iguales de los distintos, a los amigos de los enemigos, haciendo una revolución existencial, cultural y política».

Los testimonios de los Movimientos y comunidades

Una serie de hechos de vida ha presentado las semillas de renovación espiritual y social lanzadas por los distintos carismas de los Movimientos y comunidades: desde el «aporte determinante» para la sobrevivencia de la Iglesia ortodoxa en Finlandia, dado por el Movimiento de la Juventud ortodoxa (ONL), a la experiencia juvenil de un miembro de la comunidad evangélica FCJG de Ludenscheid, pasado «de la oscuridad más densa del alma» en la que había caído debido a la droga, a la liberación con el encuentro con Cristo. El iniciador de los cursos – Alpha, el anglicano Nicky Gumbel habla de la transformación obrada por el Evangelio incluso en las 124 prisiones de Reino Unido, mientras que movimientos evangélicos, como Family Life Mission y católicos como el Equipe Notre Dame, hablan de la renovación cristiana de la familia.

Cómo quieren comprometerse los jóvenes por Europa

Resuena fuerte la voz de los jóvenes quienes con testimonios, canciones y banderas en varios idiomas hablan de cómo quieren y de cómo se comprometen a favor de una Europa capaz de perdonar, de superar los confines y de apuntar hacia un mundo unido.

Un pacto de fraternidad
Es este el compromiso expresado en el mensaje final:
«Intensificar cada vez más esa fraternidad universal que no es otra cosa que el amor evangélico vivido»; «compartiendo bienes y recursos», «mediante la apertura a las otras culturas y tradiciones religiosas», «el amor solidario hacia los más débiles y pobres de nuestras ciudades», «un sentido profundo de la familia y de los valores de la vida». Se trata del momento culminante. Suben al palco decenas de representantes de los Movimientos y de las Comunidades que han preparado durante más de un año esta cita histórica. La aprobación es coral. Y no sólo en Stuttgart. Escriben desde Varsovia: «Conmoción profunda, en pie, como en Stuttgart, ante el manifiesto final. El alma de Europa, hoy la hemos visto y tocado».
Suben también 50 obispos, de las distintas Iglesias. Con solemnidad leen los pasajes clave del Testamento de Jesús: «que todos sean uno». Al palco sube también la Reina Fabiola de Bélgica quien recita el Padre Nuestro.

Una Europa unida por un mundo unido
El mensaje de Stuttgart ha llegado también a los otros continentes: son 35 las ciudades conectadas. Desde Buenos Aires: «También nosotros éramos miles, en pie, hemos unido nuestras manos para sellar este pacto». Desde Brasilia expresan muy bien la dimensión profética del evento de Stuttgart: «Todas las divisiones a lo largo de siglos de historia nos parecían de cartón, experimentamos que el hielo de los corazones se derrite con el amor». Desde Man en Costa de Marfil se goza al ver una Europa abierta a todos los pueblos del mundo, especialmente hacia África. Es este el fuerte impulso dejado por Stuttgart, subrayado también por el mensaje del Papa, leído por el Arzobispo Stanislao Rylko, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos:«No se puede construir una casa común europea, sin ocuparse del bienestar de toda la humanidad, sobre todo del África, que está marcada por tantos y tan graves problemas». Y desde Singapur: «Las distancias se han anulado. Después de Europa se apunta ahora a la unidad del mundo entero». Es éste el horizonte presentado por Andrea Riccardi y Chiara Lubich: «una Europa unida por un mundo unido».

Un horizonte puesto en evidencia por el Papa: «Los cristianos de muchos Movimientos espirituales reunidos en Stuttgart –escribe en su mensaje- confirman que el Evangelio los ha llevado a superar el nacionalismo egoísta y a ver en Europa una familia de pueblos, rica de variedades culturales y de experiencias históricas». «La Europa del mañana –afirma- tiene necesidad de esta conciencia para tomar parte en los grandes eventos a los que la historia la llama».

Un primer paso
Una ola de esperanza se ha difundido desde Stuttgart, «como una primera onda en el agua, que no sabemos hasta dónde llegará» como escriben desde Vilnius. Pero, dicen muchos, que éste es sólo el primer paso.

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