Vincenzo, el cuarto de los ocho hijos de la familia Folonari, era un niño muy inquieto: en la escuela hacía berrinches, hablaba en lugar de escuchar, algunas veces la maestra lo castigaba, pero a partir del día de su Primera Comunión cambió radicalmente. Un día en la mesa Vincenzo preguntó a sus hermanos: “¿A qué edad les gustaría morir?”. “A mí joven…”, “A mí con 100 años…” Y él: “A mí con 33 años, como Jesús”.

Un ideal por el cual vivir

Algunos años después, en el verano de 1951, Vincenzo y dos de sus hermanas, al terminar las clases, fueron de vacaciones a la montaña. Chiara Lubich se encontraba en ese período en Tonadico, en la montañas Dolomitas. Se había vuelto habitual, para los adherentes del naciente Movimiento de los Focolares, esa cita en las montañas trentinas, que había tomado el nombre de Mariápolis. Los muchachos Folonari, que habían conocido el Movimiento en Brescia, su ciudad natal, obtuvieron el permiso de sus padres para pasar las vacaciones allí cerca, en S. Martín de Castrozza. No faltaron a las frecuentes citas en Tonadico; estaban en grupos distintos y no se habían visto en todo el día. En la noche, de regreso en el autobús. Vincenzo no tenía palabras, estaba feliz: “!Bellísimo, bellísimo!” – decía. Era como si hubiese encontrado algo que lo saciaba profundamente, un ideal por el cual vivir.

“Tú no has elegido a Dios, es Dios quien te ha elegido a ti”

Algunos meses después, Vincenzo se mudó a Roma, para inscribirse en la Universidad; enseguida se puso en contacto con el focolar. Durante la vigilia de Pentecostés fue a pie al santuario de la Virgen del Divino Amor para pedirle un signo externo que le hiciera entender su vocación. Al día siguiente, cuando Chiara lo encontró, le recordó una frase de Jesús: “No han sido ustedes quienes Me han elegido, sino Yo quien los he elegido a ustedes”. Desde entonces todo lo llamaran “Eletto” (Elegido).

En una carta a Chiara, Eletto escribió: “He elegido a Dios para siempre, sólo a Él, ninguna otra cosa”. Le comunicó que quería dar al Movimiento de los Focolares todos los bienes que había recibido en herencia – entre los cuales las 80 hectáreas en donde hoy surge la ciudadela de Loppiano -, agregando: “No tengo ningún mérito para tenerlas porque las he recibido gratis”.

Una vida para donar el Ideal de la Unidad a los muchachos

Una de las características de Eletto era su relación con los niños y los adolescentes del Movimiento, que Chiara le había confiado. En las Mariápolis de Fiera de Primiero estaba siempre rodeado por ellos. Con ellos iba de paseo, organizaba comedias…

Hablando con su hermana Virgo, quien a su vez tenía confiadas las muchachas, acostumbraba decirle: “Pero te imaginas si este Ideal de la Unidad tomara todos los muchachos, todos los jóvenes… !lo que surgiría!”.

Aquella sonrisa entre las olas del lago

Ese 12 de julio de 1964 era domingo, estaba con él uno de estos muchachos, Gabriele, y Eletto lo invitó a dar un paseo. Fueron al lago de Bracciano. Hacía mucho calor y decidieron dar una vuelta con la barca. A más o menos 200 metros de la orilla Eletto –deportista y nadador- entró en el agua sosteniéndose con ambas manos. “Está muy fría” –le dijo a Gabriele – y se puso muy pálido. El lago estaba movido y una ola le arrancó, primero una mano y después la otra, del borde de la barca, que, ya no estando sostenida por el peso de Eletto, se alejó repentinamente varios metros. Eletto gritó enseguida a Gabriele: “Ven acá, ven acá, acércate”, pero Gabriele, que no sabía ni remar ni nadar, no lograba acercarse, todo lo contrario, por la fuerte corriente, la barca se alejaba cada vez más. “A duras penas lograba divisar su rostro en medio de las olas, lo llamaba, pedía ayuda, le grité que no lograba alcanzarlo” – cuenta Gabriele. Y prosigue: “Me gritó: ‘Voy a la orilla… voy a la orilla’, y luego se dio vuelta, lo vi todavía por un segundo: su rostro estaba iluminado por una sonrisa radiante”. Después desapareció, tragado por el lago. Su cuerpo no fue encontrado nunca, su “tumba azul” es el lago de Bracciano.

Vivir en el amor, para morir en el amor

Chiara, el 19 de julio, escribía: «Eletto era tan bueno, tan humilde que pertenecía más a Dios que a nosotros y Él, quizás por esto, lo ha llamado. Ahora está con Jesús a quien ha amado, con María y con los nuestros que están en el Paraíso y, después de que se sentía el último, se ha convertido en el primero.

Dios mío, !qué abismo es esta vida y esta muerte que cada uno debe afrontar! Permítenos vivir en el amor para poder morir en el amor.

Eletto hizo –como último acto- un acto de amor. Quiere decir que estaba acostumbrado, porque de lo contrario, en esos momentos, se puede pensar sólo en sí mismo.

Eletto nuestro, ruega desde el cielo por nosotros que rezamos por ti. Estamos seguros de que Dios, amándote, te ha llamado en el mejor momento. Tú Lo has amado en la vida; no tenías más que Él y María.

Has llegado donde también nosotros tenemos que ir. Ábrenos el camino, Eletto, y prepáranos un lugar (…). Ahora que tú ves lo que realmente vale, como en realidad ya te habías acostumbrado aquí abajo, ayúdanos a no salir del camino y a mantenernos en la caridad como hiciste tú”.

El Movimiento GEN

Su muerte tan repentina dejó desconcertados no sólo a los adultos, sino también a los niños y muchachos que él seguía. “También ellos han tenido su prueba –escribió Chiara- tremenda e irremediable. Esperemos que sobre este dolor nazca algo para ellos en el seno del Movimiento, para la gloria de Dios, para embellecer la Iglesia. Por otra parte, Eletto no habría deseado nada mejor”. Pocos años después, nace el Movimiento Gen, que hoy día cuenta con miles de jóvenes, adolescentes y niños, de todo el mundo.

El recuerdo en Trevignano

El 12 de julio, 40 años después de la ida al Cielo de Eletto, tendrá lugar una jornada en Trevignano, en el lago de Bracciano (Roma). El encuentro iniciará a las 11.00 de la mañana, con la S. Misa, en la iglesia de la Asunción de María, que domina la pequeña ciudad. La conclusión está prevista para las 5.00 de la tarde.

Para mayores informaciones tel.: 06/94315300; 06/9412419

e-mail: gen2m@focolare.org ; centrogen2f@focolare.org

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