Ponerse delante de las cifras del presupuesto mensual en nuestra familia nunca ha sido una tarea agradable, hasta que entendimos que también en este campo es fundamental el comprendernos profundamente. De este modo el argumento “dinero” tomó un tinte familiar. Junto a las salidas de la comida, el alquiler, etc… pensamos introducir una cifra para poner en común con quien sabíamos que estaba pasando necesidad.

Un día no lográbamos hacer que entrara esa cifra, porque la columna de las salidas era más larga que la de la entradas. Era un dolor. Precisamente algunos días antes habíamos visto en la televisión un programa sobre los niños que mueren de hambre. Nuestros dos niños, que habían escuchado todo, llegaron con sus monederos y pusieron en común todo el contenido. Eran pequeñas propinas que habían recibido de los abuelos, ahorros de su mesada semanal.

Cuando la abuela vino a visitarnos los niños le contaron la cosa y ella: “¿Pero cómo? –nos dijo perpleja- ¿ustedes ayudan a los demás aunque no son ricos?” Quien desbloqueó la situación fue el más pequeño: “Abuela, pero nosotros comemos tres veces al día!”.

Algunos días después la abuela llegó con un sobre en la mano. “Este es el dinero al que puedo renunciar. Lo pongo con el de ustedes… en el fondo ¡también yo como tres veces al día!”.

(L.R. – Italia)

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