“La Iglesia nos pareció, por los carismas que le ha donado el Espíritu, como un Evangelio encarnado. Cada familia religiosa es un particular, la encarnación de una expresión de Jesús, de un hecho de su vida, de un dolor suyo, de una palabra suya… Por todos estos carismas florecidos a lo largo de los siglos, la Iglesia se presenta como un Evangelio desplegado en el tiempo y en el espacio”

Son éstas algunas palabras de la lectio de Chiara Lubich con ocasión de la entrega del doctorado honoris causa en Teología de la Vida Consagrada por parte de la Pontificia Universidad Lateranense – Instituto “Claretianum”, de Roma, especializado en Teología de la vida consagrada.

El Presidente del Instituto, el prof. Santiago M. González Silva quien abrió la ceremonia presentando la Espiritualidad de la Unidad del Movimiento de los Focolares a los más de 400 alumnos, de 57 naciones, representantes de 177 institutos. Después de la ejecución de una versión polifónica del Veni Creator, cantada por el coro interuniversitario de Roma, el director hizo una presentación de la fundadora de los Focolares: «En Chiara -afirmó- contemplamos límpidamente reflejada una palabra del Evangelio que ha llegado más allá de los confines de la Iglesia en todas las regiones del planeta: el mandamiento nuevo de Jesus, “amaos los unos a los otros, como yo os he amado” (Jn. 13, 34)».
El prof. Fabio Ciardi, Omi, docente del Claretianum, en la laudatio recordó su encuentro juvenil con la Espiritualidad de la Unidad de los Focolares y la sorpresa al constatar en Chiara «la necesidad de participar del carisma de todos los santos». Seguidamente ilustró las tres motivaciones fundamentales del doctorado:
– el haber elaborado una doctrina sobre los carismas de la vida consagrada, con la singular intuición de que eran la explicación de Cristo a lo largo de los siglos, un Evangelio vivo;
– la apertura de la espiritualidad de comunión –típica de los Focolares- a las varias formas de vida consagrada (son decenas de miles los religiosos y las religiosas en contacto con esta espiritualidad);
– el haber creado una original forma de vida consagrada: el focolar.

El doctorado ha sido un reconocimiento también para la Obra fundada por Chiara Lubich, que involucra, no sólo a las diversas vocaciones de la comunidad catolica, sino también a miembros de otras Iglesias cristianas, de otras religiones.

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