Una solemne concelebración eucarística para invocar la completa recuperación del Papa fue oficiada por 90 Obispos, amigos de los Focolares, provenientes de 47 países de los 5 continentes, reunidos en Castelgandolfo para su Congreso espiritual anual. La noticia de que el Papa estaba nuevamente internado, que suscitó sorpresa y trepidación, llegó poco antes de la conclusión del encuentro, iniciado el 19 de febrero.

Antes de regresar, los Obispos le enviaron al Santo Padre un mensaje de gratitud, asegurándole sus oraciones por su pronta recuperación: “Unidos a toda la Iglesia, pedimos por Usted gracias especialísimas”. Los Obispos expresaron al Papa su profunda gratitud “�por el luminoso ejemplo de fe y de amor con el que afronta la nueva prueba y por su ministerio que es todo un don!”.

Una característica relevante del Congreso ha sido precisamente el intercambio de mensajes con el Papa. Inesperada una carta firmada por él, llegada para la inauguración del encuentro, dirigida al Card. Miloslav Vlk. “Realmente es Usted quien ‘más ama’ y ‘confirma a los hermanos’…”, le escribieron como respuesta los Obispos.

Juan Pablo II, en su mensaje, había dirigido un pensamiento especial a Chiara Lubich, expresándole su reconocimiento por el “testimonio evangélico que el Movimiento ofrece en tantas partes del mundo”. Refiriéndose al tema del encuentro, animó a los Obispos a “dar testimonio, en la sociedad de hoy, de la presencia de Cristo resucitado, centro de la Iglesia” y “principio vital” que no puede dejar de suscitar una “renovada vitalidad apostólica” y “una audacia misionera” que respondan a los retos de nuestros tiempos. Invitó a los participantes a ser “signos elocuentes” del amor del Señor crucificado y resucitado, presente en el sacramento de la Eucaristía, y “artífices de su paz en todo ambiente”.

Chiara Lubich, en su intervención leída por Natalia Dallapiccola, una de sus primeras compañeras, subrayó que “Jesús no es una presencia estática”, sino que actúa siendo “Principio unificador y por lo tanto activo: el amor”. “Pero esto –agregó- exige la respuesta de cada hombre”. “Toda división en la comunidad altera la profunda identidad de la Iglesia. Esta es la razón por la que la Iglesia a veces no es amada”. “Es la reciprocidad, la comunión, que hace ‘visible’ al Señor”.

Impresionantes los testimonios de los Obispos de varios países: experiencias de fecundidad evangelizadora, de pacificación entre grupos étnicos diversos y entre políticos de tierras heridas por los conflictos, como Burundi y Centroamérica. No faltaron los testimonios de Obispos, sacerdotes y laicos sobre “la renovada vitalidad apostólica” suscitada por la presencia del Resucitado, en el diálogo ecuménico e interreligioso y en el campo político y social.

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