Es Navidad.

Las vidrieras de los negocios están engalanadas festivamente: globos dorados, pequeños árboles de navidad, ofertas de regalos preciosos. A la noche las calles brillan de estrellas fugaces o de cometas; los árboles de las veredas con sus ramas cargadas de luces rojas, azules o blancas dan vida a paisajes surrealistas…

Hay clima de espera. Todos se sienten involucrados…
Navidad no es solamente un recuerdo tradicional: el nacimiento de ese niño, 2005 años atrás… ¡Navidad vive! Y no solo en las iglesias, con los pesebres, sino entre la gente, por el clima de alegría, de amistad, de bondad, que cada año genera.

Y sin embargo todavía hoy el mundo está convulsionado por problemas enormes: la pobreza hasta el hambre, el terremoto en Pakistán, decenas de guerras, el terrorismo, el odio entre etnias, pero también entre grupos y entre personas…

Hace falta el Amor. Es necesario que Jesús regrese con potencia.
El Niño Jesús siempre es el inmenso regalo del Padre a la humanidad, aunque no todos lo reconozcan.

Nosotros debemos ofrecer nuestro agradecimiento al Padre también en nombre de ellos. Debemos festejar Navidad y renovar nuestra fe en el pequeño niño-Dios que vino a salvarnos, a crear una nueva familia de hermanos unidos por el amor, extendida por toda la tierra.

Miremos a nuestro alrededor… Que este amor se dirija a todos, pero en particular a quien sufre, a los más necesitados, a los que están solos, que son pobres, pequeños y enfermos… Que la comunión de afectos y bienes con ellos haga resplandecer una familia de verdaderos hermanos que festejan juntos Navidad, y que va más allá de esto…

¿Quién podrá resistir a la potencia del amor?
A la luz de Navidad ofrezcamos gestos, provoquemos acciones concretas. Parecerán pequeños remedios al mal, pero aplicados en amplia escala pueden ser luz y solución a los graves problemas del mundo.

¡Feliz Navidad para todos!

Chiara Lubich

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