Alegría por haber “vivido en espíritu de familia”, “compartido también las dificultades”, “rezado en profunda unidad” y “haber participado a un gran momento de Iglesia”: son algunas de las impresiones recogidas entre los más de 1000 sacerdotes, diáconos permanentes y seminaristas, provenientes de 52 países, durante la conclusión del Congreso “Iglesia hoy, Espiritualidad de comunión y diálogo”, desarrollado del 19 al 21 de abril en Castelgandolfo (Roma), con la presencia también de participantes de otras Iglesias.
El encuentro inició con una amplia reflexión sobre “La figura del sacerdote y del diácono hoy: vida y desafíos”. Testimonios de varias partes del mundo e intervenciones de expertos han puesto en evidencia, en esta primera etapa, los retos ante los que se encuentra la Iglesia de nuestro tiempo, y con ella los sacerdotes: crisis de credibilidad y de incidencia, fragmentación social y cultural, individualismo y exceso de trabajo; y además: pobreza, conflictos e injusticias. Pero, precisamente en medio de las dificultades -se dijo- se delinean también señales de esperanza, entre las cuales una difundida “sed de Dios” a la que es necesario aprender a responder, el multiplicarse de pequeñas comunidades eclesiales y el aporte de los nuevos carismas.
La idea-clave del Congreso fue puesta en evidencia en el mensaje de Chiara Lubich: “Jesús crucificado y abandonado es Quien ha abierto a los hombres el camino hacia la fraternidad universal”. Es en el abandono que Él ha restablecido la relación entre Dios y los hombres. Pero Él es también “el vínculo de unidad entre los hombres. He aquí por qué se habla de Él como ¡el verdadero sacerdote!”. Y de allí se deriva un augurio preciso: que “cada uno vea en Él su modelo, de modo que la Iglesia de hoy se vea enriquecida por sacerdotes-Cristo, sacerdotes-víctima para la humanidad, auténticos Cristo, dispuestos a dar la vida por todos”.
La segunda etapa del congreso ha sido dedicada a la Iglesia-comunión y a la imprescindible necesidad de una espiritualidad de comunión. Giuseppe María Zanghi, responsable del Centro de Estudios del Movimiento, habló del “cambio histórico, de una espiritualidad y visión del hombre fundamentalmente individual a una visión que amplia la interioridad del individuo a la comunión con cada hombre y cada mujer”. El Padre Silvano Cola, del Movimiento sacerdotal de los Focolares, habló seguidamente de su encuentro con la espiritualidad de la unidad, poniendo en evidencia tres dimensiones fundamentales para la vida cristiana y sacerdotal hoy: “descubrir a Dios-Amor como el ‘todo’ de la experiencia cristiana, saber ver a todos como hijos de Dios; centrar la propia vida en Jesús crucificado que, también en el momento de su separación del Padre, se entrega a Él por amor”.
Esa noche, la oración fue animada por sacerdotes y seminaristas ortodoxos con el himno Akathistos, dirigido a la Virgen.
 
Con la mañana del 20 de abril, el congreso llegó a su núcleo central. Unidad, comunión y reciprocidad -se dijo- serán una utopía si no se echan raíces, que se han de confrontar con la radical donación de Jesús en la cruz. Entre otros hablaron dos párrocos que han sabido suscitar numerosos frutos en ambientes muy contrarios a la vida eclesial, y un sacerdote italiano que trabaja, en Brasil, con los “niños de la calle”.
Durante la segunda jornada la concelebración de la Misa fue precedida por Mons. Gian Carlo Bregantíni, obispo de Locri, en Calabria, testigo del coraje evangélico en la lucha contra la criminalidad organizada. En la tarde, Mons. Aldo Giordano, Secretario General del Consejo de las Conferencia Episcopales Europeas, propuso estimulantes reflexiones sobre el tema: “Por una pastoral de la comunión”.
Después algunos testimonios ofrecieron ejemplos de una pastoral misionera. Entre éstas la experiencia de sacerdotes y laicos de la parroquia romana de San Juan de la Cruz, donde se conjugan en una manera armoniosa y fecunda las energías y la metodología de los nuevos Movimientos Eclesiales con las estructuras parroquiales. Y todavía, una actividad de ayuda en Bosnia, llevada adelante por un centro juvenil de Alemania que se ha transformado en una experiencia de evangelización, con repercusiones en 45 países. Finalmente, el testimonio de un joven sacerdote brasileño que habló edel crecimiento de más de 2000 pequeñas comunidades que, en la Diócesis de Ponta Grossa, animan la vida de la Iglesia y el tejido social con el arte de amar del Evangelio.

En primer plano, en la mañana del 21 de abril, el aspecto de la cultura y el diálogo, con la reflexión del Padre Pasquale Foresi, primer focolarino sacerdote, sobre el tema: “Una nueva escuela de pensamiento”, seguida por las intervenciones de Vera Araujo y Carlos Clariá, del Consejo General del Movimiento de los Focolares, sobre el tema: “Alma del mundo: horizontes nuevos de la misión hoy”.
El punto de llegada del Congreso ha sido un intenso momento de oración, con el cual los participantes han asumido el compromiso -repropuesto a nombre de Chiara Lubich por Natalia Dallapiccola, su primera compañera- de ajustar su vida al modelo de Jesús en la cruz para ir al encuentro de los múltiples rostros del dolor en el mundo de hoy y “enjugar las aguas de la tribulación en muchos corazones cercanos y lejanos”. En el saludo final, uno de los promotores del Congreso, el Padre Silvano Cola, dijo: “Como hace 2000 años a sus apóstoles, Jesús hoy parece decirnos: ‘¡Vayan a todo el mundo y anuncien el Evangelio vivido’!”.

Para ulteriores informaciones: chiesaoggi.focolare.org

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