«En el mundo de hoy marcado por dramáticas tensiones, el Movimiento de los Focolares propone, también por medio de esta iniciativa, la fraternidad como posible camino a recorrer para llegar a la paz». Es con este mensaje del Papa Benedicto XVI, leído por el Card. Petér Erdõ, arzobispo de Budapest y Primado de Hungría que, en el SportArena de Budapest, repleto con más de 11.000 personas prevenientes de 92 países, se abrió la gran manifestación que con ideas, experiencias e iniciativas concretas, propone la fraternidad como respuesta a los muchos desafíos de hoy. El Papa animó a los voluntarios «a proseguir con la obra desarrollada hasta ahora con tantos frutos, encarnando en la realidad de cada día el Evangelio del amor».

En el modernísimo gimnasio húngaro estaban presentes, entre los seguidores de otras religiones, un numeroso grupo de musulmanes provenientes de Argelia, cristianos de diversas denominaciones, y miembros de 13 Movimientos y nuevas comunidades católicas, personalidades civiles y religiosas, como el vicepresidente del Parlamento húngaro, Péter Harrach. Este evento fue precedido por una doble jornada en la que se reunieron en la capital húngara más de 9000 «voluntarios de Dios», ramificación de los Focolares, comprometidos en la renovación de la sociedad, con ocasión del 50° de su nacimiento, como respuesta a los trágicos «hechos de Budapest».

A 50 años de distancia de dichos eventos, la fundadora de los Focolares hace una lectura actual de la situación mundial: percibe los signos de una humanidad envuelta por una «noche oscura cultural y colectiva». En su mensaje, leído por una de sus primeras compañeras, Valeria Ronchetti, Chiara Lubich habla de «una noche que ha descendido cada vez más sobre la humanidad, especialmente en Occidente», donde predomina el relativismo y la ética ya no tiene la capacidad de gobernar el ritmo vertiginoso de los descubrimientos científicos y tecnológicos. Un Occidente en búsqueda de «ideas fuertes, de un ideal que abra un camino a los numerosos y angustiosos interrogantes, que muestre un luz para poder seguir».

Haciendo eco a Juan Pablo II, Chiara indica el camino en el «drama de un Dios que grita: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?'». «Es su pasión interior, es su noche más negra, el ápice se sus dolores». Un drama que abre perspectivas de luz: «Si logramos encontrarLo en cada dolor, si Lo amamos dirigiéndonos al Padre como Jesús en la cruz: ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46), entonces con Él la noche será parte del pasado, la luz nos iluminará». «El Movimiento -agregó- posee una riquísima experiencia», que en estos últimos años ha tenido un nuevo desarrollo.

Chiara habla de «inundaciones de luz – para usar un término de Juan Crisóstomo, gran Padre de la Iglesia- que iluminan la cultura de hoy en sus varios aspectos», fruto del diálogo que el Movimiento de los Focolares ha entablado, desde hace algún tiempo, entre la sabiduría que ofrece el Carisma de la Unidad y los distintos ámbitos del saber y de la vida humana»: de la política a la ecología, de la comunicación a la salud, al derecho y la economía.

Desarrollo suscitado por la acción del Espíritu que «precisamente en este tiempo, ha sido generoso, irrumpiendo en la familia humana con varios carismas a partir de los cuales han nacido Movimientos, corrientes espirituales, nuevas comunidades, nuevas obras».

No es una novedad que «experiencias civiles y económicas tengan su origen en corrientes espirituales nacidas de carismas. La historia de la humanidad está constelada de las mismas». Dijo Luigino Bruni, docente de economía política en la Universidad Bicoca de Milán (Italia), quien introdujo la primera de las 4 mesas redondas, que afrontaron los retos presentados por la economía, la justicia, la comunicación y la política. Es «delante del escándalo de un mundo edificado con lujosos rascacielos y  barracas deshumanas», que durante un viaje de Chiara Lubich a Brasil, en el ’91, «se enciende la chispa inspiradora de aquella que seguidamente será llamada Economía de Comunión». Sus protagonistas son cientos de «empresas modernas, eficientes, que trabajan dentro de la economía de mercado», dando vida también a polígonos empresariales. La novedad: destinan las utilidades al crecimiento de la empresa y por lo tanto a la creación de empleos; a la formación de hombres nuevos aptos para esta nueva cultura; para sostener a quien se encuentra en una situación de necesidad inmediata. No sólo. Toda la «praxis económica y administrativa de la empresa está inspirada en la comunión». La finalidad: llegar a que no haya ningún indigente.

«Una novedad de vida, pero también de pensamiento, una novedad doctrinal». De ello habla Kelen Leite de Brasil, joven investigadora, una de los casi 200 jóvenes que han publicado tesis de doctorado sobre la Economía de Comunión. «Y ahora -afirma- algunas universidades enseñan esta materia junto con los nuevos modelos de economía social y civil».

La prueba de los hechos: también durante la grave crisis económica que en el ’97 sacudió toda Asia, un banco rural de Filipinas, nacido para sostener a los campesinos, y administrado según los criterios de la EdC, no sólo sobrevivió, sino que tuvo la intrepidez de realizar un proyecto de micro-financiación o préstamo a los pobres sin garantía. A partir de allí ha nacido una nueva Agencia de Crédito todavía hoy floreciente. Es el testimonio de Tess y Francis Garzón, del Consejo Administrativo del Bangko Kabayan.
 
El proyecto «Fraternidad con África» – Una posibilidad abierta a todos para contribuir a una nueva economía. El proyecto, presentado al final de la mañana, tiene como fin hacer crecer los recursos humanos y profesionales en África, de modo que los africanos mismos puedan contribuir a su propio desarrollo social y cultural. Serán asignadas a jóvenes y adultos africanos, que no tienen los recursos, becas a nivel universitario o para cursos de especialización profesional: quienes se beneficiarán con tales aportes que comprometerán, terminando los estudios, a trabajar, al menos por un período en su país.

En la tarde se afrontaron otros tres retos propuestos por los mundos de la justicia, de la comunicación y la política.

 

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