En primera línea en socorrer a los heridos y damnificados. La comunidad del Movimiento de los Focolares se encuentra concentrada en Mont-Organisé, ciudad al norte de la isla, cerca de la frontera con República Dominicana. Según las primeras informaciones recogidas por “Living City” de Nueva York, la comunidad de los Focolares ha decidido construir un centro de acogida para familias en un terreno que les habían donado hace unos años atrás. Pocos días después del terremoto, llegaron 47.000 dólares necesarios para proveer de alojamiento a veinte familias. Muchos dejaron la capital para buscar ayuda justo en la parte septentrional del país. “Llegaron sin nada, perdieron todo, no saben dónde ir y no comen desde hace muchos días”. Cuenta Wilfrid Joaquin, coordinador del Movimiento de los Focolares en Mont-Organisé. “El país entero está devastado. Casi todas las familias han perdido a alguien en el terremoto. Después de este desastre, todos tratan de irse a las montañas”. Desde Haití, sin embargo, llegan noticias consoladoras. “Todos los niños que forman parte del proyecto internacional patrocinado por el Movimiento con las adopciones a distancia, están a salvo”, afirma Joaquin.

Se está organizando también un centro de distribución de ropa, alimento y medicinas. Las ayudas llegan a través de la comunidad de los Focolares presente en República Dominicana. El doctor Modesto Herrera, miembro del Movimiento, junto con otros médicos, enfermeros y voluntarios salieron de La Romana, una ciudad dominicana y llegaron en bus a Port-au-Prince, con el proyecto de quedarse en Haití por cinco días. “La gente nos esperaba en la iglesia evangélica, donde estábamos hospedados. Algunos de nosotros trabajamos en los refugios de campo, otros en los hospitales, asistiendo a 300 personas al día. Lo más hermoso fue construir relaciones personales con ellos”.

Un signo de esperanza y también de solidaridad que el terremoto ha provocado en la población de República Dominicana, la cual ha abierto inmediatamente las fronteras para acoger en los hospitales a los heridos de Haití, dejando de lado años de prejuicios culturales y hostilidad entre los dos países. “¿Será que Dios quiere que nos despertemos y miremos a estas personas, hermanos nuestros, que viven a nuestro lado?”, escribió el obispo Francisco Ozoria, Presidente de la Comisión Pastoral Haitiana en República Dominicana. “Dios hace florecer la vida de entre los escombros, una vida nueva renacerá para la gente de Haití gracias a la solidaridad de todos”.

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