El Palacio Borromeo, una exquisita joya arquitectónica romana, poco atractiva externamente, deliciosamente antigua en su interior. Es la sede de la Embajada de Italia en la Santa Sede.  Es allí donde el embajador Zanardi Landi invitó a prelados y colegas, además de una representación del más alto nivel del Movimiento de los Focolares, para conmemorar el segundo aniversario del fallecimiento de su fundadora y ofrecer a los numerosos embajadores y funcionarios de las embajadas presentes, una clave de lectura para conocer esta realidad eclesial y social; entre los cuales los representantes de Austria, Bosnia-Herzegovina, Burundi, Egipto, Francia, Alemania, Macedonia, Serbia, Uruguay, y un representante de la Embajada de Estados Unidos. En total: más de cien personas.

Zanardi Landi narró a los presentes sobre su encuentro con el focolar, ocurrido en Belgrado – «no tenía excusa, pero no conocía en lo más mínimo a los Focolares, la mayor realidad eclesial en el mundo» -, contacto que continuó en su nativo Friuli donde, conociendo a algunos empresarios de la Economía de Comunión, encontró «apertura y fantasía en inventar nuevos medios de comunicación y de comunión».

El Card. Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, presente en el evento junto con su homólogo del Consejo Pontificio para la Familia, Card. Ennio Antonelli, quiso recordar «el gran itinerario de Chiara Lubich, capaz de hacer vivir el Evangelio en toda su belleza… con el anhelo de dar respuestas a las interrogantes de la humanidad». Recordó «el genio femenino que en Chiara Lubich se expresó con una fuerza y un encanto potente». Concluyó con una definición de la fundadora: «Ejemplo luminoso de lo que significa ser caridad vivida».

Piero Coda, rector del Instituto Universitario Sophia de Loppiano, condujo a los presentes al descubrimiento del diálogo, «cosa antigua y nueva» que en Chiara Lubich se convirtió en «conocimiento histórico y disciplina de vida», probando cuánto hoy esto es «ineludible» para una presencia cristiana en el mundo, «no un ejercicio táctico sino una práctica de verdadera humanidad». En este contexto, se presentaron por lo tanto, dos aspectos que caracterizan el Movimiento: el diálogo interreligioso y la Economía de Comunión.

La ceremonia se concluyó con la intervención de la Presidente del Movimiento, María Voce, que recordó cómo «el mensaje de unidad de la familia humana, en el que Chiara siempre ha creído firmemente, trabajando incansablemente en vista de un mundo unido y solidario, resulta cada vez más fuerte y actual». Un mensaje empapado del amor que Jesús enseñó, perseguido a través de aquel “arte de amar” que Chiara Lubich “inventó”.

Y concluyó así: «Si el Arzobispo de Melbourne, Mons. Denis Hart, reconociendo todo lo que el Movimiento realiza en su diócesis e impresionado por su dimensión planetaria, nos dijo: “Ustedes son los embajadores del amor de Cristo en el mundo”, nos gusta sentirnos cerca de ustedes en la irradiación de este mensaje de fraternidad hasta abrazar a toda la familia humana».

de Michele Zanzucchi

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