“Hoy he descubierto el Cielo: Dios es Amor, Él nos ama inmensamente!” cantan las 780 gen 4 –niñas del Movimiento de los Focolares- reunidas en Castelgandolfo para su Congreso. La mayoría provenían de Italia y de otros países europeos, pero en primera fila estaban  también 50 provenientes de Burundi y Ruanda, Brasil, Argentina, Bolivia y Líbano.

Valeria de Bolivia: “Sinceramente el Congreso ha sido la cosa mejor que me ha sucedido.
Lo que más me gustó fue aprender a amar como Jesús, y ahora amo más que antes, no sé cómo agradecer a Dios…”.

Ir a Roma para ella habría sido impensable sin las más variadas iniciativas puestas en marcha por muchas gen 4 de todo el mundo:
la cifra recogida –más de 5.000 euros- hizo posible su participación y la de las otras que venían de fuera de Europa.

Como los gen 4, también ellas siguieron el hilo del Amor de Dios hacia su Pueblo elegido hasta Jesús, venido a la tierra para traernos el amor del Padre.  Un juego muy entretenido que duró toda la tarde las ayudó a descubrir a Jesús presente no sólo en el Cielo sino entre nosotros, cuando nos amamos, en el hermano, en la Palabra, en la Eucaristía.

“Tus respuestas eran realmente interesantes y se veía que respondías con el corazón” así le escribieron a María Voce
después del encuentro con ella donde le plantearon algunas preguntas más bien comprometedoras. Siguen escribiendo: “¡Gracias por haber respondido sabiamente a cada una de nuestras preguntas! Finalmente sé cómo realizar mi sueño: para llegar a ser santa es necesario amar a todos porque Jesús está en todos!”. “…El congreso me ha enseñado muchas cosas de Jesús, me ha cambiado el corazón, cuando volveré a casa ya no seré la misma, cuando tenga la posibilidad de ayudar seré la primera en ofrecerme”.

Una fiesta con danzas, canciones típicas y representaciones teatrales fue la ocasión para encontrarse con los primeros compañeros y compañeras de Chiara: un don recíproco, un momento de sintonía sencilla y profunda, del que no sebe quién salió más feliz.
Habiendo descubierto el amor de Dios, las gen 4 experimentaron que eran realmente hermanas más allá de su proveniencia, idioma, cultura: “Me sentí contenta de estar siempre con las otras gen 4 –escribe Laurette de Ruanda- nos amamos, y cuando llegue a Ruanda voy a amar a todos”.

En todo el mundo –de California a Hong Kong- grupos de gen 4 se reunieron para seguir por Internet algunos momentos del encuentro. Escriben desde Fontem, en Camerún: “¡La conexión por vídeo ha sido bellísima! Hemos entendido que no importa donde estamos, Dios está siempre con nosotros y al mismo tiempo en el Cielo… Estamos muy felices de poder donar la cosa más bella que tenemos a nuestros amigos, es decir a Dios,. Con el amor, podemos transformar el mundo lleno de odio. Haciendo así, Jesús estará feliz de nosotros y lo encontraremos en el Paraíso. ¡Gracias!”.

 

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