Dar-es-Salaam es una estupenda ciudad de Tanzania que se asoma al Océano Índigo,

precisamente desde la bahía se ve perfilarse en el horizonte la Isla de Zanzibar. Una ciudad rica, que lleva consigo aún los signos del dominio colonial pero que hoy, a pesar de haber perdido el status de capital del país, conserva una vitalidad y una imagen ricas de esperanza.

Precisamente en esta ciudad, en la Escuela Secundaria St. Joseph, se llevó a cabo del 24 al 28 de junio, la “Mariápolis 2010”. Participaron 280 personas, entre jóvenes, familias, niños y adolescentes. No faltaron los seminaristas, las religiosas y dos obispos para componer una única y verdadera ciudad, si bien temporal, representativa de muchas otras comunidades, en otras ocasiones muy distantes entre ellas: Tabora, Singida, Bukoba, Songea, Mbeya, Iringa, Dar: en cada uno de estos lugares es posible encontrar huellas de vida de un pueblo que da una contribución concreta para realizar espacios de fraternidad universal.

“Dios te ama inmensamente”, este es el título y el programa de los tres días de diálogo y profundización del ideal de la fraternidad universal, que ha permitido a los participantes descubrir, una vez más, el enorme potencial y la belleza de una vida dedicada al Evangelio, dedicada a Dios; basta leer algunas impresiones para darse cuenta de esto: “Es la primerísima vez que entro en contacto con el Movimiento, he aprendido mucho y he visto la unidad realizada entre todo tipo de personas, de religiones, de colores, de tribus diferentes” – cuenta un seminarista de Segerea. Y un religioso – Padre Emile Kindole – afirma: “Mi impactó mucho la sugerencia de traducir cada evento de mi vida en: ‘Dios me ama’. Aprendí a ser optimista, a ver a Dios en cada persona y en cada cosa que me sucede en la vida. Puedes hacer todo en unidad y con amor”.

Norbert, de 17 años, quedó en cambio muy impresionado por la historia de Chiara Luce Badano, a quien la Iglesia reconocerá beata el próximo 25 de septiembre: “Me impresionó mucho Chiara Luce, en el dolor causado por la enfermedad vivió y perdió todo de Dios. También yo quiero buscar sólo el Reino de Dios (…) Dios nos ama inmensamente, tanto en los cosas buenas como en las difíciles”.

Cada uno de los participantes tuvo la posibilidad de redescubrir el Amor de Dios en su propia vida, durante los distintos momentos de la mariápolis: desde la escucha de una conversación de Chiara Lubich sobre un aspecto de la espiritualidad, a la de algunos testimonios de los presentes; desde los momentos dedicados a los jóvenes, a los de relax y esparcimiento: cada uno poniéndose al servicio del prójimo, experimentó una alegría – así nos escriben – que nunca está fuera de lugar y que dona la fuerza de tomar decisiones antes impensadas.

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