«Queridísimas y queridísimos todos de los Focolares en Japón:

Aquí en el Centro, junto con los miembros del Movimiento esparcidos por el mundo, seguimos con trepidación las graves noticias que nos llegan de su amado país.

Nuestro corazón está allí, con ustedes, en este momento de tanto dolor e incertidumbre por la enorme prueba que ha afectado a Japón (…)

Las circunstancias que están viviendo en seguida nos hicieron pensar en el “todo se derrumbaba” que ha caracterizado la historia de nuestro Ideal. Pero sabemos que esa destrucción general fue el marco del que surgió una nueva luz para la humanidad.

Es por esto que no queremos dejar de mirar a lo alto, de creer que Dios que es Amor todo lo permite para un bien mayor. Con esta certeza, mantengamos viva la esperanza y transmitámosla a cada prójimo que pasa a nuestro lado.

El testimonio de serenidad y de dignidad con el que ustedes y todo el pueblo japonés están viviendo esta circunstancia nos conforta y nos permite entender el valor de su cultura.

Tengo muy presente la visita que el año pasado hice  a su bella comunidad, que me permitió conocerlos. Ahora el compartir con ustedes este profundo dolor nos hace sentir todavía más una familia, “la familia de Chiara”. En estos días en los que recurre el tercer aniversario de su partida para el Cielo, la estamos recordando en todo el mundo. Y ella está más viva que nunca entre nosotros y por ende en forma especial al lado de ustedes para protegerlos y ayudarlos.

Cuenten con mis oraciones y las de todo el Movimiento. Pedimos juntos a Dios que lleve al Cielo a las víctimas de esta catástrofe y sostenga a los sobrevivientes, protegiéndolos de otros peligros.

Los saludos uno a uno con afecto,

Maria Voce (Emmaus)».

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