Como es típico en pocos países del mundo, aquellos más vastos, las distancias aquí en Canadá se miden en horas de vuelo. Por ejemplo, entre Vancouver y Toronto hay cinco horas de vuelo, igual que el trayecto entre Roma y La Meca. Por eso ha sido inolvidable la jornada del domingo 20 de marzo, cuando se reunió una representación de las comunidades de los Focolares provenientes de todo el país, tanto de las metrópolis como de ciudades como Whitehorse, en el norte, en territorios poco habitados en el confín con los glaciares de Alaska.

Por este motivo en la sala de la Michel Power School reinaba por doquier, desde un inicio, una gran efervescencia. Por primera vez, la delegación de la comunidad de Vancouver, en el extremo oeste, se encontraba con las personas de Toronto o de Montreal, del extremo este. Para todos era la primera vez desde cuando el Movimiento está presente en Canadá. Ha sido un evento histórico que se produjo y se selló por la presencia de la presidente María Voce.

Una sugestiva serie de experiencias de vida de las distintas ciudades presentó los frutos maduros de una presencia de varias décadas e hizo tomar mayor conciencia a los seiscientos presentes de cuan radicado está el Movimiento en el territorio. Un Movimiento que reúne –lo vimos también en la fiesta musical de la tarde- personas provenientes de los contextos más distintos y comprometidas en muchos ámbitos.

Son numerosos los inmigrantes –gente valiente que ha sabido volver a empezar de cero-, y que han descubierto una familia más grande, la espiritual de los Focolares. Admirable, al mismo tiempo, la relación de solidaridad que se ha desarrollando (debido al francés que es el idioma común) con la lejana isla caribeña de Haití, que es quizás el país más pobre del mundo. Son numerosas las obras sociales sostenidas en esa isla por parte de varias comunidades canadienses.

El centro de la jornada fue el esperado encuentro con María Voce y Giancarlo Faletti. Ochenta minutos de preguntas y respuestas, en los que se afrontaron muchos temas, desde el diálogo interreligioso hasta la relación con los jóvenes, desde el después de la fundadora hasta la comunión de los bienes. Todo en el horizonte de una sociedad traspasada profundamente por el secularismo y el laicismo.

«El Movimiento nació en un contexto de fuerte tradición religiosa, pero ha sido enviado por el Espíritu Santo– aseguró el co-presidente Faletti- precisamente para este tiempo. El secularismo nos está quitando la seguridad pero nos invita a ser la respuesta ante dicho fenómeno, a convertirnos en los anunciadores del Evangelio, portadores de una novedad revolucionaria».

La Misa por el tercer aniversario de la partida de Chiara Lubich, presidida por el obispo William McGrattan, fue el ápice de la cita. «En esta celebración por Chiara –subrayó María Voce- festejamos con ella el paso que hacemos hoy aquí en Canadá hacia el mundo unido ».

Del enviado Paolo Lòriga

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