No sé qué idea les viene a la cabeza ante la palabra ‘posibles’. A mí una cosa sola: estas 40 chicas que tengo delante de mí que son posibles focolarinas.

En la vida se pueden hacer muchas elecciones, también muchas opciones hermosas. Ellas han decidido venir a pasar juntas un tiempo llamado: ‘un tiempo para la vida’, con un lema muy preciso: “Aquí estoy”, es decir, estoy dispuesta a todo.

Debo decir, que también para mí han sido días vivificantes. El Señor Dios, de hecho, tiene una gran fantasía. Sus historias son a cual más bella, aún prematuras, aún para desarrollarse, pero el inicio promete.

Micarla di Recife, noroeste de Brasil, ha venido para buscar la verdad y encontrarla, porque siempre ha sido su idea-fija. ¡Hoy está feliz!

Grisel de Mendoza, 27 años, ama las revoluciones y ha encontrado en María de Nazareth la mayor revolucionaria de la historia. “Quería ser como ella”, nos dice. “¿Qué me fascina de la vocación al focolar?” veo mujeres y hombres realizados, dispensadores de Dios. Donar a Dios toda mi vida ha sido la lógica consecuencia: si Él me ama con un amor infinito, ¿cómo puedo no darle todo?”

Vida, 24 años, de Lituania: “Tengo muchas dudas, dudas a la orden del día: ¿podría seguir a Dios toda la vida o mejor debería formar una familia? Lo que me ha dado la paz y la certeza ha sido la libertad que continúo experimentando en el dar mi Sí a Él: libertad de amar al mundo entero”.

Emma es mejicana: “No es fácil seguir a Jesús –nos confía- todo parece remar en contra de una vida gastada por Dios: desde la comunicación, a algunas prácticas educativas, a los valores que son difundidos. Pareciera que si no se hacen experiencias límite nos aburrimos. Esto me hizo sentir el dar todo a Dios, porque nada me bastaba y nada me saciaba”. Para ella la vida en un focolar es como una vuelta en la montaña rusa: una ruta impresionante, fascinante, a veces tortuosa pero con la mirada fija en la meta: cara a cara con Dios. “Esto es lo que más deseo”.

Priscilia de Ginebra, 23 años, estudia historia y literatura francesa. Está aquí para entender realmente si Dios verdaderamente la llama, porque quisiera dar todo a Dios con radicalidad para vivir una aventura “que para mí no tiene comparación: contribuir a construir el mundo unido”. Concluye: “he encontrado la confirmación de que este es mi camino. Quiero vivir, desde ahora, como esposa de Dios”.

Nuam viene de un pueblo del Sudeste Asiático. Quedó fascinada por la vida sencilla y profundísima que veía vivida en un focolar. Después, en el 2005, durante el concierto del Genrosso, “justo aquellas canciones cantadas en una lengua que no conocía me han transmitido a Dios, su amor y sentía que tenía que hacer algo para responderle. Ahora siento que quiero darle todo para llevar a Jesús a todos, hacer mi parte para que la humanidad sea cada vez más una sola familia. Y el Ideal de la unidad me ayuda a agrandar el corazón al mundo entero”.

Me vuelve a la mente parte del comentario de Chiara a la Palabra de Vida del mes de marzo, que nos ayudaba a hacer la Voluntad de Dios. Escribe Chiara Lubich: “Digámoslo antes de cada acción. Hágase. Y cumpliremos, momento a momento, pieza a pieza, el maravilloso, único e irrepetible mosaico de nuestra vida que el Señor desde siempre ha pensado para cada uno de nosotros”.

Ahora en la sala de al lado hay unos cuarenta chicos que quieren también ellos dar todo a Dios y tienen cosas maravillosas que contar. Esperen su artículo. Ahora tenemos que ir a encontrarnos con los grupos que van a visitar la ciudadela de Loppiano.

¡Los mejores augurios a estas maravillosas criaturas!

Sharry S.

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