Cuando se llega de Chicago desde la Costa Este te das cuenta enseguida de que estás en otro mundo. La ciudad se extiende 50 kilómetros, a lo largo del inmenso lago Michigan y la panorámica es impresionante con los rascacielos que despuntan al fondo, modernos e iluminados. La población aquí también es multiétnica, pero de manera diversa de Nueva York y Washington. Las distintas comunidades durante décadas, y a veces, durante un siglo han mantenido identidades bien definidas con los barrios típicos de sus lugares de origen. En las últimas décadas, con las nuevas generaciones se nota una mayor integración.

Algunos barrios tienen problemas no indiferentes de orden público. A menudo, se aconseja no cruzar una cierta calle si no se quiere terminar dentro de imprevistos desagradables. Sin embargo, aquí en Illinois y en todo el Medio Oeste, los valores religiosos y tradicionales son aún importantes y las familias tratan de transmitirlos a los hijos.

Los Focolares llegaron a Chicago hace 50 años. En la zona de Hyde Park, desde el 1966, hay un Centro Mariápolis situado en una gran mansión –casa de típico estilo americano del siglo XIX-, que la diócesis puso a disposición de los Focolares.

A poca distancia se encuentra River Side Norte. Aquí, Carol, una voluntaria que conoció el Movimiento en los años ‘60, dio vida a una experiencia envolvente. Con un hijo con una patología grave, Carol, particularmente sensible a las problemáticas unidas al sufrimiento, miró a su alrededor y construyó puentes con decenas de personas del vecindario, que sufrían por distintos motivos. Progresivamente se creó un verdadero movimiento de la atención recíproca, que desencadenó una revolución social, apoyada por aquellos que ya todos llaman el ejército de los ángeles, y sostenida por la administración social.

Un verdadero modelo sostenible de atención recíproca sobre todo en el ámbito de personas vulnerables, tanto a nivel físico como moral. Otras administraciones se han puesto en contacto con la de River Side Norte para colaborar con la solución de problemas que parecen insuperables. También el Presidente de Bahamas, conociendo la experiencia, pidió colaboración para aplicar la misma metodología en su país.

El sábado por la tarde, justo en el gimnasio de la sede administrativa del Municipio de River Side North, los muchachos de los Focolares organizaron un encuentro para jóvenes. Invitando a sus amigos, y no sólo, usando contactos personales, internet y Facebook. Difícil para todos prever cuantos habrían asistido. Al final la sala estaba llena, cerca de trescientos jóvenes provenientes también de otros estados cercanos.

El programa era audaz: una presentación de la vida de Chiara Luce Badano, actualizada con algunas experiencias de los jóvenes del Movimiento, vividas hoy en el contexto de la universidad y del trabajo. Una chica, bailarina, llegada de Ohio para la ocasión ofreció un delicadísimo fragmento de danza. Otra compuso una canción sobre Chiara Luce y la santidad.

Precisamente en ella se basó María Voce quien, desde el palco para saludar a los jóvenes, señaló que Dios todavía hoy se dirige a cada uno invitándolo a la santidad, y lo hace a través de personas como Chiara Luce que subrayan cómo es posible hacerse santos con la ayuda de los otros: la familia y los amigos que viven los mismos ideales. La Presidente de los Focolares concluyó con un llamamiento sin medias tintas: « ¿Quieres hacerte santo?, ¿si lo quieres porque no lo haces? ». La respuesta fue una ovación: también hoy hay ganas de santidad en el Medio-Oeste de los EEUU, como en todo el mundo.

Por el enviado especial Roberto Catalano

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