Se sabe que República Dominicana es la “Suiza del Caribe”. Los barrios centrales de la capital de Santo Domingo imitan a Miami o a Houston, pero sin lograr ocultar la grave desigualdad social que afecta a la sociedad dominicana. Nada que ver son sus vecinos haitianos y su dramática situación al límite de la sobrevivencia, a pesar de que un millón de haitianos vive en República Dominicana, desarrollando por lo general los trabajos más duros, desde albañiles hasta estibadores, a peones de las bananeras. Pero tampoco se puede dejar de hablar de indigencia, porque existen barriadas enteras en donde es difícil conducir una vida decente.

Uno de estos es Herrera, en el sector de El Café, hasta donde fue María Voce para conocer una de las obras sociales desarrolladas por el Movimiento de los Focolares. Se trata de una escuela llamada “Café con leche”, que recuerda la situación típica de los mulatos –ni café ni leche-; así como la gran mayoría de la población dominicana. La escuela cuenta con más de 500 estudiantes, que se alternan en cursos por la mañana y por la tarde, en una construcción que se ha ido ampliando poco a poco, a partir de 1990 que marca el inicio de la aventura de “Café con leche”.

Fue Marisol Jiménez quien originó todo. Viendo el estado de extrema necesidad del barrio y el estado de semi-abandono de los niños, empezó por organizar un coro en la parroquia, y después a reunirlos para un campamento de verano, para 500 niños, que se repitió durante dos años. Después se hizo evidente que era necesario hacer algo para mejorar el nivel educativo de los niños, que muy a menudo se quedaban analfabetas. Poco a poco involucró a otras amigas y amigos, y así en 1995 empezó la escuela con tres maestras y unos diez niños.

María Voce –en un clima de alegría e intercambio, con los niños subidos por todas partes, mientras que en las casas adyacentes estaban reunidas familias enteras para participar en la fiesta- pudo constatar el progreso del proyecto, que se ha desarrollado gracias a las “adopciones a distancia” de Familias Nuevas y a tanta generosidad catalizada por la “Fundación Igino Giordani-Foco”, que hoy día es dirigida por otra apasionada, Margarita Rodríguez de Cano..

Una increíble serie de heroísmos y milagros, de crecimiento espiritual y material por parte de los niños, ha llevado a la escuela a acompañar hasta la plena madurez laboral a cientos de niños de El Café. Un ejemplo de “desarrollo integral”, que logra involucrar a las familias, a sostenerlas y valorarlas, para dar una esperanza de promoción humana. Para sostener la escuela se producen objetos de madera hachos por los muchachos, vestidos confeccionados por las muchachas y otras actividades comercializables localmente y en los Estados Unidos. El gobierno dominicano y el mismo presidente de la República han dado su aporte a la iniciativa.

«Aunque todo pueda parecer pequeño», dijo María Voce en el patio de la escuela, aquí se siente que el amor ha construido algo grande. «Y esto queda, el amor permanece para siempre».

De Michele Zanzucchi

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