“En el 2007 me diagnosticaron una leucemia. Al principio reaccioné bien, pero en un dado momento tuve miedo de morir y entonces fue importante el apoyo de otros jóvenes del Movimiento, los gen me lo hacían sentir en todas las formas: con mensajitos, e-mail, visitas. Cuando estaba en el tercer ciclo de quimio, conmigo estaba una chica de mi edad, que recién se había convertido en madre, estaba peor que yo, no estaba casada, ni bautizada. A pesar de todo hablamos mucho de Dios, de la fe, del matrimonio- A pesar de que le habían hecho un trasplante no lograba superar la enfermedad, pero poco antes de que sus condiciones se agravaran expresó el deseo de casarse, por eso cuando estaba por morir le propuse a su familia que se bautizara. Vino al hospital un sacerdote, la bautizo con el nombre de Margarita María, pocos días después se apagó: era el día de Santa Margarita María Alacoque”.

Empezó con el fuerte testimonio de Agnieska  y prosiguió con experiencias de la vida cotidiana el programa de la jornada que tuvo como protagonistas a los jóvenes que se reunieron en el Centro Mariápolis. “En camino, un viaje juntos” era el título de la cita que, como dijeron los organizadores, quería ofrecer a los participantes la posibilidad de conocer desde dentro “la maravilla del Ideal en el que creemos. –Confesó Lukas-, pensaba que como máximo vendrían unos cincuenta jóvenes, pero no fue así. Evidentemente el ideal de la unidad tiene algo que decir”.

En efecto la sala apenas pudo contener a los 150 jóvenes que llegaron de distintas partes de Chequia. La mayor parte de ellos entraba en contacto con el Movimiento de los Focolares por primera vez y no dejó de expresar su alegría por haber descubierto algo tan grande. “Supe de los Focolares por una amiga y no sabía qué esperar –dice Kristina de 17 años-, me sorprendió mucho porque se siente que las personas aquí hablan con un gran amor. Puedo decir que advierto fuertemente la presencia de Dios. Me conmovió mucho porque mi papá no es creyente y lamento que él no conozca este Movimiento”.

María Voce y Giancalo Faletti hablaron de su “vía”, de la forma en la que encontraron el ideal de la unidad hasta que decidieron seguir a Dios por el camino del focolar y enseguida después llovieron las preguntas, variadas, y las respuestas, profundas. Una por todas. A una joven que preguntaba dónde encontrar el valor para hacer elecciones radicales, libres de condicionamientos, María Voce sugirió. “La edad de los jóvenes es la edad de las elecciones importantes: si no las hacen ahora no serán capaces de hacerlas más adelante. Sí, se necesita valentía, pero el valor está en ti y lo encuentras en la relación con Dios. Si eliges por amor puedes estar tranquila. No las postergues infinitamente y no permitas que otros elijan por ti”.

La invitación es a “amar al máximo”, como hizo Jesús en la cruz, a recomenzar siempre, a no “arrepentirse inútilmente”. El auditorio sigue atento, participativo, recogido. Los 150 jóvenes no se irían nunca. Elisabetta, de 27 años, dice confidencialmente: “Yo soy muy crítica y al mismo tiempo estoy tratando de entender cómo y dónde vivir bien la vida cristiana, estoy buscando mi camino y con gusto acepté conocer algo del Movimiento de los Focolares. Lo que se dijo ha sido un gran enriquecimiento para mí y me animó a decidir pertenecer a algo. Parto habiendo entendido que en cualquier cosa que haga en mi vida Dios es importante y no debo tenerlo sólo para mí”. No sólo para Elizabetta, sino para tantos de los presentes parece realmente que se ha abierto una nueva vía.

De la enviada Aurora Nicosia

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