“¿Qué esperas de nosotros?”, habían preguntado las focolarinas de Hungría a Chiara Lubich en el ´85. La fundadora de los Focolares respondió: “Así como hace 42 años no había nada o quizás una sola persona con este Ideal, y ahora estamos prácticamente en todo el mundo, espero que en este país, el Movimiento, que ahora está presente con cierto número de personas y con cierto desarrollo, invada todas las ciudades, los pueblos; colabore con sus instrumentos, con sus varios Movimientos en campo religioso y en el campo humano, a reforzar la Iglesia y a renovar la sociedad; y que junto con otras invenciones e la Virgen haga que un día el Corazón Inmaculado de María triunfe”.

Quizás qué diría Chiara al ver el desarrollo que ha habido desde el ´85 en las tierras húngaras. “Hay que agradecer a Dios porque lo que hacen es maravilloso”, afirmó la presidente actual, María Voce, ante al pueblo focolarino reunido el 28 de mayo en Budapest. Testimonios de compromiso en todos los campos de la acción humana hacen entrever un Movimiento en acción, llamado hoy a vivir una nueva etapa de su historia. El encuentro se desarrolló en un ex-comando ruso y a alguno de los 650 presentes no se le escapó el sentido simbólico del hecho, casi como para confirmar que el carisma de la unidad tiene la fuerza para transformar la sociedad.

Se empieza con la reconstrucción inédita del viaje de Chiara en 1961 a Budapest, el primero de los países del entonces bloque comunista. Un impacto duro, a la vista de lo que el régimen estaba obrando en el país y en las personas. Pero así como el dolor era muy fuerte en Chiara, igualmente lo era la impresión de que “la Virgen había empezado su obra”. Y que esto no fue sólo una impresión resultó evidente en la presentación de las varias comunidades esparcidas en todo el país.

20110529-11A este pueblo orgulloso, con una identidad bien definida y contemporáneamente en búsqueda de un equilibrio entre nacionalismo y apertura a la dimensión universal, entre el anhelo de libertad y la capacidad de asumir responsabilidades, María Voce, auguró que se logre “superar la desconfianza hacia los otros pueblos” que a veces puede ser un obstáculo para la reciprocidad. “Es justo afirmar la propia identidad, pero en el concierto de las naciones –subrayó la presidente-. El reto está en darse cuenta de los talentos que hay en Hungría, donarlos, y acoger los de los otros pueblos, aprendiendo cada vez más a colaborar”.

Las personas del Movimiento están llamadas a hacer su parte para realizar esto, subrayó María Voce. Los voluntarios, por ejemplo, en cuyo ADN está ínsito el llamado a transformar la humanidad con la conciencia de que “nuestra pequeña parte, allí donde estamos, contribuye a hacer avanzar el Reino de Dios en el mundo entero”; las personas comprometidas con Humanidad Nueva, llamadas a “testimoniar el Evangelio a veces en medida heroica, sin dejarse aplastar por las situaciones, sino transformándolas con el amor. Porque como decía Chiara en una meditación, ¿sabes qué hacer cuando se ha extra-amado? Se ama todavía”; las familias, interpeladas por las tantas dificultades que minan su solidez, a dar una respuesta con “un amor más grande, siempre renovado, con una apertura sin límites, encontrando en Dios la raíz de este amor”; los niños que quieren saber de la presidente donde encontrar a Dios y que se sienten satisfechos al saber que, por ejemplo, lo pueden encontrar en los hermanos; los chicos que corren el riesgo de ser marginados si no se uniforman al grupo y que partieron fortificados por la certeza que “también Jesús no fue entendido por todos. No se preocupen de esto sino de lo que Dios quiere. Ya sólo por el hecho de que logras llevar tu idea, eres un ejemplo y una provocación”, alentaron María Voce y Giancarlo Faletti.

El encuentro de María Voce con los jóvenes de Hungría

Pero no podía faltar una pregunta sobre lo que será el gran evento mundial para los jóvenes y que tantos de ellos han querido que se desarrollara precisamente en Budapest: el Genfest, del 1 y 2 de septiembre del 2012. Ya el día anterior, en un tú a tú abierto y profundo con unos setenta gen, y después del gran encuentro del sábado, los jóvenes quisieron entender cuáles son las expectativas de esta importante cita. María Voce les abrió el corazón: Debería ser una gran fiesta, darnos una grandísima alegría a nosotros que lo preparamos y a los jóvenes que vendrán. Mediante el testimonio de ustedes debería ser evidente que no hay nada más bello que la revolución evangélica, la única capaz de cambiar nuestra vida. Es una gran oportunidad, un ejemplo de lo que Hungría tiene la capacidad de dar. Tienen mucho que hacer para preparar la “casa” para los jóvenes de todo el mundo. No veo la hora de que llegue el momento”.

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