Al final de su visita a la comunidad de Eslovenia, María Voce y Giancarlo Faletti se encontraron con las secretarías de los religiosos, adherentes al Movimiento de los Focolares y reunidas para su tradicional encuentro de agosto, que ya desde el año pasado tiene lugar en esta nación.

Eran setenta religiosos: seis de Asia, siete de África, cinco de Brasil, uno de Canadá; el resto de casi todos los países de Europa. Es la tercera vez que la Presidente de los Focolares se reúne con los dirigentes de esta consistente parte del Movimiento y por lo tanto el conocimiento es cada vez más profundo, sencillo y familiar.

Se reunieron en el “Centro Mariápolis Spes” (Upanje, Eslovenia), reconstruido con buen gusto y fantasía a partir del antiguo edificio del correo, cuando todavía se usaban caballos. Tanto que el establo se transformó en un comedor de ladrillo ¡que daría envidia tantos restaurantes típicos!

El encuentro empezó con una serie de experiencias de algunos religiosos que pusieron en evidencia los efectos positivos de su relación con el Movimiento y los frutos de la espiritualidad de la unidad vivida por ellos, en especial entre los jóvenes y en la comunión entre ellos y con otros religiosos.

Las preguntas que dirigieron a la presidente y al co-presidente de los Focolares, se referían a las varias situaciones de la vida religiosa hoy. “¿Cómo nos puede ayudar ante estos retos la espiritualidad de la unidad?”, “Después de tres años de la partida de Chiara, ¿a qué punto estamos?”, preguntan.

La respuesta de María Voce no se hizo esperar: “Siento que tengo que agradecer a Dios porque está actuando. Nuestra tarea consiste en actualizar el mensaje de Chiara Lubich. Miremos atrás sólo para ir a las raíces de lo que tenemos que hacer hoy”.

Sobre las nuevas generaciones: “Dejar la iniciativa a los jóvenes, en unidad entre la primera y la segunda generación”. Un misionero, proveniente de África, hizo presente las dificultades de la reinserción: “No hay novedad más grande que Jesús, que nos pide un don cada vez mayor, a cada momento –subrayó María Voce- Él no pierde el encanto, el atractivo, pero es necesario vivir con radicalidad y concretamente”.

Se concluyó con un compromiso para llevar adelante juntos: “Que la comunión sea cada vez más efectiva, afectiva, explícita, sin reservas”. La Eucaristía selló este deseo común.

De C. Donegana

[nggallery id=60]

Comments are disabled.