20110905-03Desde la terraza del quinto piso del Cafod Building, el edificio de Cáritas internacional de Londres, se alcanza con una única mirada el espléndido panorama de toda la ciudad.

Sin embargo no es la vista lo que me impresiona, sino el crisol de razas, los rostros de más o menos 85 jóvenes londinenses, pero también provenientes de otras ciudades de Gran Bretaña, quienes se encontraron el sábado 3 de septiembre para hablar sobre el tema: “La fuerza de la Palabra”, estaban presentes la presidente de los Focolares, María Voce y el co-presidente Giancarlo Faletti. Mientras la cálida jornada se enrumba hacia el ocaso, el sol penetra por los vitrales e ilumina el rostro de los jóvenes presentes, quienes mediante juegos, canciones, experiencias, grupos de diálogo, afrontan con gran libertad temas para nada sencillos, bastante candentes.

La palabra de la que se habla, de hecho, es la palabra de Dios, que, explica Chris, es: “Capaz de revolucionar nuestra vida y el mismo mundo”. Una Palabra propuesta con valentía y claridad, sin diluirla, que ha generado vida y luz, no sólo en los siglos pasados sino también hoy, precisamente en Londres, la ciudad de los recientes tumultos. Es un encuentro inesperado por el interés, la atención, la participación que involucró a todos.

“Las personas buscan el sentido de la vida –dice Joanna, una joven londinense quien es profesora de inglés- y se plantean muchos interrogantes, pero no encuentran un lugar donde poder hallar respuestas”. “Se siente  cierto embarazo –agrega Oliver- a la hora de tratar ciertos temas con mis amigos porque hay una actitud generalizada contra los temas religiosos”. Pero no es sólo en la terraza del Cafod Building. Al escucharlos hablar del tema, y, sobre todo viendo a estos jóvenes tan unidos, Londres ofrece una esperanza para el futuro. Hay profundidad, frescura, apertura, “colorida” por diversas etnias, culturas, nacionalidades con distintos acentos de un único idioma inglés.

“Leer en la mañana las palabras del Evangelio y recitar las oraciones –cuenta Ranjith,- me hace afrontar con más serenidad el estresante trabajo que hago y experimentar una alegría nunca antes conocida”. “Vivir el Evangelio –interviene Carlos, de origen panameño- ha dado un nuevo estilo a mi vida sin que me diera cuenta. Algunos me critican porque me dono demasiado a los demás, pero, en el fondo, vivir el Evangelio es sencillo, no es complicado. ¡Basta amar!”. “Desde hace poco tengo un nuevo trabajo –prosigue Edel, una chica de Irlanda del Norte- pero no era feliz. He empezado a vivir el arte de amar y, después de algunos días, mi jefe me agradeció por estar allí”.

Con gran libertad y confianza María Voce compartió algunas de sus impactantes experiencias juveniles cuando descubrió con los Focolares que las palabras del Evangelio se podían poner en práctica, hasta cambiar completamente su vida y dar frutos de alegría, paz y libertad incluso en situaciones difíciles como cuando vivía en Estambul en un contexto de gran mayoría musulmana, o extremo como cuando Líbano estaba en plena guerra. “Vivir el Evangelio –concluyó- no sólo cambia la vida, sino que pone en movimiento una revolución que nació hace dos mil años y todavía no ha terminado. De hecho, ha habido tantas revoluciones a lo largo de la historia, pero ¿quién las recuerda? La revolución cristiana está todavía viva porque Jesús está vivo y sus palabras son para todos. Es una maravillosa aventura en la que nos lanzamos sin miedo porque Jesús está con nosotros”.

Después de haber invitado a todos al próximo Genfest del 2 de septiembre de 2012 en Budapest y después de una pizza juntos, encontraron en la vitrina de la terraza post it con sus impresiones. Entre otras cosas se lee: “Siempre puedo recomenzar”, “no tengas miedo: no estás solo” y “piensa en el Evangelio como en una carta de amor de Dios por ti”. Es difícil describir la alegría, la atmósfera cálida de unidad entre todos, el deseo de hacer conocer a los demás la felicidad experimentada.

del enviado Aurelio Molè

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