Glolé es un pueblo de Costa de Marfil de aproximadamente 1000 habitantes, está situado a 30 km de Man. La población está compuesta en su mayoría por agricultores, muchos de ellos sin ningún tipo de instrucción.

La comunidad del Movimiento nació de la Palabra de vida puesta en práctica, primero por una persona, y luego por un grupo que ha ido creciendo siempre más. Actualmente, unas sesenta personas del pueblo se organizan en grupos para realizar muchas acciones en vista del bien común.

Gilbert cuenta: “Las iniciativas concretas florecen de la Palabra de Vida vivida. No podíamos sólo escucharla para luego quedarnos con los brazos cruzados. Cada vez que un forastero venía al pueblo, alguno de nosotros le cedía la propia cama y dormía en el piso. Un día decidimos juntos construir monolocales de hospedaje. Nosotros mismos fabricamos los ladrillos y levantamos las paredes entre cantos de alegría. Actualmente tenemos 12 monolocales. Está en vías de construcción uno más, cerca de la calle asfaltada, para que pueda pernoctar quien no logre hacer el trayecto durante el día hasta Man (7 km a pie y 30 en carro), y poder llegar al hospital más cercano. Se trata de construcciones muy sencillas.

Una vez tuvimos que llevar al hospital a una parturienta en una carretilla. Esto nos motivó a hacer algo nuevo: un pequeño “reparto maternidad” con lo indispensable para casos de emergencia, con algunas parteras, y útil también para las campañas de vacunación. El personal trabaja allí gratuitamente y, en cambio, recibe dones de la comunidad.

Teníamos también un grave problema por la mortalidad infantil causada por la desnutrición, no tanto debido a la negligencia, sino por la falta de instrucción de las madres. Un proverbio de nuestra tradición dice que “el niño pertenece a la comunidad”. Así que, con la ayuda del “Centro Nutricional” que tenemos en Man, nos organizamos para dar formación a las madres. Cuando un grupo de ellas se forma, el mismo se ocupa de la formación de las otras mamás.

Nos dimos cuenta que si estamos unidos, podemos hacer mucho. Logramos incluso cambiar algunas prácticas culturales del pueblo, que no eran conformes con la dignidad humana.

En el ámbito agrícola, instauramos un “Banco del arroz” que consiste en un granero de reserva al servicio de todos, para los tiempos de penuria. Son más de 100 las familias que colaboran y que se benefician con este banco. Muchos pueblos de los alrededores han querido adoptar esta práctica.

Gracias al don de una hectárea de pantano, ofrecido por una persona de la comunidad, pudimos cultivar un campo de arroz que ayuda a 12 pueblos. Se trata de un campo comunitario. Lo recaudado sirve para financiar la formación sanitaria, los costos para transportar a los niños al hospital, y para otros proyectos como la escolaridad de los niños que se recuperan de la desnutrición.

Además, producimos el aceite rojo de palma para solventar nuestras necesidades. Lo que nos queda lo guardamos como depósito en vista de los períodos difíciles o lo vendemos cuando el precio es ventajoso.

Recibimos como regalo un panel solar, muy útil para el “pequeño reparto maternidad” y un tractor que sirve, tanto para algunos trabajos agrícolas, como para transportar a los enfermos hasta la calle asfaltada. Todos estos dones los recibimos sólo con la condición de que sirvan para hacer crecer la fraternidad entre nosotros.

La comunidad de Glolé ha hecho de la fraternidad su fuerza, y no quiere perderla. De hecho, la comunidad fue capaz de rechazar una donación considerable de dinero que amenazaba con traer la división.

Durante una reciente visita pastoral del obispo, nos presentamos a él de esta manera: “Aquí en Glolé, gracias al espíritu de fraternidad, cristianos, animistas y musulmanes, vivimos todos en armonía.”

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