Más de dos meses de lluvia incesante, ampliamente superiores a las previstas cada año, están flagelando Tailandia y a cerca de ocho millones de personas. Las provincias más golpeadas con las de Ayutthaya, Pathum Thani y Nakhon Sawan, donde el nivel del agua ha superado los cuatro metros de altura.

Algunos miembros de los Focolares que habitan en Bangkok, nos escriben: «Las consecuencias de cuanto ha sucedido están ante los ojos de todos: pueblos enteros evacuados, zonas industriales invadidas por el agua con la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo, escuelas cerradas por un periodo de tiempo indeterminado. Se necesitarán años para recuperar lo que hemos perdido ».

Pero en esta dramática situación suceden hechos que hablan de una esperanza aún posible, de unas ganas de renacimiento más fuerte del dolor.

Así continúan escribiendo desde Bangkok: «Lo que ninguno se esperaba, al menos en estas dimensiones, es el amor concreto, la ayuda que tantísima gente está dando a quien sufre. Una reportera de CNN ha definido ‘un increíble efecto social’ a lo que está sucediendo en Tailandia. Y es así. Todos se ayudan, todos tratan de hacer algo por quien ha sido golpeado; miles de voluntarios han trabajado, un día tras otro, para preparar 1.200.000 de bolsas de arena que sirven para reparar o alzar los márgenes de algunos importantes canales en las zonas de drenaje. Quienes han trabajado han sido en su mayoría jóvenes, que han querido dar su contribución para salvar aquello que era posible ».

La obra de los Focolares para llevar ayudas materiales, espirituales y morales, hace parte de este trabajo común que involucra a todos el País, animando experiencias de fraternidad que hacen posible cada esperanza.

Entre los muchos testimonios que están llegando a la redacción, hemos elegido la de S.C, un docente universitario, que nos cuenta: «He tratado de entender con mis estudiantes que hacer para las víctimas de aluvión. Los chicos se consultaron y han decidido recoger dinero acercándose a la gente por la calle, subiendo en los trenes. Se necesitaba coraje, sin embargo… Unos veinte se citaron ante los grandes almacenes, equipados con carteles, una caja y dos guitarras. Todos son jóvenes budistas convencidos de la importancia del hacer bien a los otros. Les animé a vivir antes que nada la fraternidad entre ellos, ofreciendo dificultades y cansancio por el bien del país. El dinero recogido superó las expectativas 17.700 Bath, una importante suma de dinero para nuestra economía. Pero sobre todo ha contribuido a agrandar los corazones de los chicos a las necesidades de los otros. Su compromiso continua dando frutos ».

 

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