“¡Amo estar entre los niños porque son ellos los que han captado mejor mi Ideal!”,escribió Chiara Lubich en 1955.

Hoy día los niños que viven el Ideal de la unidad son más de 16.000, en todos los continentes. En una época de emergencia educativa, son una respuesta viva a las muchas preguntas sobre la educación que hoy se plantean los adultos, porque, junto a sus asistentes, dan testimonio de un nuevo tipo de relación: el amor recíproco como Jesús ha dicho: “Ámense como yo los he amado”. Y éste ha sido también el título de la escuela que reunió en Castelgandolfo, del 27 de diciembre al 3 de enero, una parte de los encargados de la formación de los gen 4, los niños del Movimiento de los Focolares; fueron 180 los que llegaron incluso de Estados Unidos, Vietnam y Sudáfrica- algunos con más de 30 horas de viaje- otros conectados por Internet desde todo el mundo.

Niños bombardeados a menudo por mensajes de-formativos, que no respetan las características de su edad: ¿cómo se les puede dar una formación humano-cristiana?

Situaciones a menudo muy difíciles vividas en la familia, que causan la pérdida de de la confianza en el adulto y de consecuencia en Dios: ¿cómo hacerles experimentar el amor de Dios?

Éstas son algunas de las preguntas sobre las que se reflexionó durante la semana de formación. “Nuestro método de transmisión empieza por nosotros mismos –sintetizan los organizadores- por ser nosotros los primeros en poner en práctica el Evangelio”.

Un animado intercambio de ideas y experiencias, las relativas profundizaciones temáticas y psicopedagógicas a la luz de la espiritualidad colectiva, ensayos, tutela del menor, trabajos en grupo y diálogo en plenaria… en un clima de gran dedicación hacia los niños, despertaron el deseo de comprometerse con todas las fuerzas.

«Los gen 4 veían a los gen más grandes, adolecentes y jóvenes, que se movían por la ciudad, El Cairo, -cuentan los formadores egipcios presentes en el encuentro- y querían a toda costa hacer algo también ellos. “¿Por qué no llevar la paz y la alegría?”, nos dijimos. Compramos flores para ofrecer a los peatones. Antes de ir a la calle, los y las gen 4 pensaron en las frases que iban a decir antes de regalar las flores: “Cuando te comas un caramelo, si amas a Egipto, no botes el papel al piso”, o frases por el estilo. Muchos – tanto cristianos como musulmanes- se quedaban con la boca abierta… Un barrendero le dijo a una gen 4. “¿Una flor para mí?”. “Sí, porque te quiero” y él conmovido: “Es la primera vez que alguien me regala una flor”».

Desde Brasil en cambio, una historia impactante: Cristina, una gen 4, sufre por una enfermedad que provoca insuficiencia cardíaca. Después de un ataque muy grave, este verano, estuvo en peligro de muerte. Los médicos la sometieron a numerosos exámenes. Cristina siempre estuvo muy serena, porque, después de haber conocido la historia de Chiara Luce Badano, ya no tuvo miedo ni los exámenes ni de los tratamientos que tuvo que hacer. En uno de los momentos de coloquio con los médicos, uno de ellos le dijo: “¿Sabes que estuviste muy cerca de la puerta del Paraíso?” y ella: “Si, lo sé, pero no entré porque mi morralito todavía no está suficientemente lleno de actos de amor”. Después de esa respuesta el médico, pidió si podía conocer más de su vida.

Éstos son algunos de los testimonios contados durante la semana de trabajo al servicio de las nuevas generaciones. Un itinerario formativo complejo y delicado, llevado adelante en colaboración con las familias y expertos de distintos ámbitos, que interpela a todos.

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