“Me llamo F. y soy de Jos, Nigeria. En nuestra ciudad, desde el 2001 hasta hoy, sufrimos una crisis política, étnica y religiosa. Se han perdido millares de vidas, muchísimas propiedades y hoy existe una profunda división entre cristianos y musulmanes, a tal punto de vernos como enemigos y mirarnos con gran recelo.

Vivimos constantemente en el miedo, sin saber qué nos podrá suceder en el momento siguiente. Un colega mío fue involucrado en un incidente, y nos pidieron que lo fuéramos  a ver. Siendo él musulmán, nadie se ofrecía a ir, justamente por que vivimos en Jos y los cristianos no van a las zonas musulmanas, del mismo modo que  los musulmanes no visitan a los cristianos.

Me ofrecí como voluntario para ir a verlo, aunque al principio estaba un poco reacio, pero una voz dentro mío me repetía que fuera. Logré también –con un poco de insistencia- convencer a una amiga a que fuera conmigo. Llegamos a la casa de mi colega con mucho miedo. Al entrar, fuimos, en cambio, recibidos cálidamente por él y por su familia. ¡Estaban de verdad contentos de vernos!

Algún tiempo después, volviendo a casa del trabajo, de noche, tarde, con esta misma amiga, de forma imprevista su auto se acercó por una avería a una zona musulmana. Ninguno de los dos tenía crédito en el celular para pedir ayuda. Allí en la oscuridad se veían algunos gangsters musulmanes que despachaban sus asuntos.

Nuestra oración en ese momento fue: “Señor, mándanos una ayuda lo antes posible!” Estábamos tan asustados que no sabíamos si era mejor quedarse en el auto o salir y detener al primer auto que pasara.

En un determinado momento vimos que alguien venía  hacia nosotros y comenzamos a temblar. Dije mi última oración porque sentí que había llegado nuestro final.

Cuando estaban a pocos metros de distancia, de forma imprevista un auto se detuvo frente a nosotros y , ¿a quién vi? Al colega que habíamos visitado pocos días antes…. El jefe de los gangsters le preguntó si éramos uno de ellos: “musulmanes”, para saber si podía dejarnos ir, y él respondió afirmativamente.

He aquí como nos salvamos….

El mismo luego, puso el auto en un lugar seguro y nos acompañó hasta casa. Además, al día siguiente, después de haber arreglado nuestro auto, se lo llevó a mi amiga”

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