Vuelve a ver la transmisión.

Jóvenes de hoy, de ayer y de mañana: el 11 de marzo en Castel Gandolfo se realizó la tarde dedicada a Chiara Lubich y las nuevas generaciones en el en el cuarto aniversario de su fallecimiento. Estaban presentes personas de todas las edades. Son testigos de los inicios y de la especial relación que la fundadora de los Focolares entretejió con la generación del ’68, la de la contestación y la condujo sin vacilar por el camino de otra revolución: la del Evangelio. Junto a sus compañeras de la primera hora están los últimos que han llegado, quienes nunca la conocieron, pero que se han vuelto artífices del proyecto de fraternidad universal que propone su carisma y trabajan en muchas partes del mundo: de Vietnam a Argentina, de los Estados Unidos a Hungría. Precisamente allí, del 31 de agosto al 2 de septiembre, tendrá lugar el Genfest, el encuentro mundial de estos jóvenes.

El contenido del programa propone un mensaje potencialmente revolucionario para las distintas generaciones y se articula en 6 cuadros: el primero se dedica al tema del cambio, característica tanto de los últimos tiempos como de los de hoy. Desde Valerio Ciprí quien expresó el deseo de novedad ínsito en la contestación de los años Sesenta en el grupo musical Gen Rosso, a Antonios, de Egipto, quien hoy día vive en una revolución en curso en su país, a tantos que dijeron su gracias a Chiara.
Entre ellos estaba también Pascuale Ferrara, quien actualmente es un diplomático comprometido en varios proyectos de paz y Joao Braz de Avis, nuevo cardenal, llamado a Roma como prefecto para la Congregación de la Vida Religiosa.

Libertad y justicia se concretan desde una concepción distinta de los bienes materiales que “no se mueven solos”, como recuerda Chiara en uno de los vídeos proyectados –todos muy actuales-. Pero donar el tiempo, los propios bienes, no es la única forma de “suscitar el paraíso terrestre” –como Chiara animaba a hacer en los ’70. Lo demostraron Giuseppe Milan, quien ha dejado impresa una “huella comunitaria” en algunos cursos del departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Pádova, del que es director; Emanuele Pili, estudiante del Instituto Universitario Sophia, quien instauró una sinergia interesante con su universidad de proveniencia en Génova. Patience Molle, ingeniera, primera mujer en asumir el cargo de directora en el Ministerio de Obras Públicas en Camerún, en su labor administrativa actúa legalmente permaneciendo siempre fiel a los valores adquiridos cuando joven a través del Focolar; igual que María Chiara Campodoni, quien con treinta años, es asesora de deporte en Municipio de Faenza (Ravena).

Otra “piedra angular” de la herencia de Chiara es el gran valor dado al dolor: punto de partida para otras metas. Lo expresa de manera impactante Beppe Porqueddu, quien quedó en silla de ruedas después de un accidente en moto, con dieciocho años, ha descubierto en la discapacidad una “chispa de transformación social” en un mundo que parece rechazar el límite y la enfermedad. Hoy es técnico en rehabilitación y docente en ese campo.

El mensaje de Chiara, por más que está radicado en la visión de Dios como amor, no se dirige sólo a los cristianos: pasaron por el palco también Habib, un joven musulmán; Metta, budista, quien ha visto como éste la ayuda a “acercarse a la verdad”; y Andrea, que “es no creyente, pero no ateo”, quien subrayó la acogida y el respeto encontrados.

La tarde se concluye con la intervención de la presidente de los Focolares, María Voce: quien pone en evidencia que “no hemos ni recordado ni celebrado, sino vivido”, y de qué forma Chiara vuelve a entregar “aquí y ahora” su mensaje a los jóvenes. Jóvenes que están llamados a acogerlo y comprometerse en primera persona: “Lo debemos al carisma y a la humanidad”.

12-03-2012  de Chiara Andreola
Fuente:    Città Nuova

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