«Soy una maestra de escuela y a menudo me mandan a dar clases a las aldeas de la montaña. Aquí, escondidos en medio de territorios remotos e inaccesibles, viven también grupos de terroristas que se proclaman los liberadores del pueblo. Ya me había topado con una de estas patrullas, pero me había escapado, encontrando un escondite entre las rocas.

Lamentablemente, una vez no logré esconderme a tiempo. Me raptaron y me arrastraron a su campo. Durante esos días interminables en los que estuve apresada, me sometieron varias veces a largos interrogatorios.

A pesar del temor, trataba de responder con mucho respeto, diciendo siempre la verdad. Uno de ellos, en especial, trataba por horas de adoctrinarme según su ideología, quería convencerme de que me sumara a su causa. Cuando me preguntó qué pensaba al respecto no quise hacer comentarios. Al día siguiente, cuando repitió el discurso, objeté diciendo que primero tenemos que cambiarnos a nosotros mismos si queremos transformar las estructuras de poder que nos parecen injustas.

 “Los que nos cambia es el amor que cada uno tiene por el otro”, traté de explicarles. Quizás lo tocaron mis palabras, quizás le hicieron recordar los principios en los que creía. El hecho es que después de ese interrogatorio me dejaron ir.

A partir de ese día seguí rezando por ese hombre y sus compañeros. Recientemente, para mi sorpresa, lo reconocí en la televisión, mientras daban la noticia de que un terrorista que había entregado sus armas a los militares, dejando su grupo».

Nelda, Filipinas.

Tomado de “Una buena noticia”, Ed. Città Nuova, Roma, pp. 56/57

El volumen se presenta como un aporte y una propuesta a la Nueva Evangelización, en vista del Sínodo de octubre. Contiene 94 historias breves provenientes de todo el mundo.

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