Para la población, en no pocas localidades de Siria, la vida se ha vuelto dura: bombardeos y choques armados, aunque no constantes; miedo, encarecimiento de los víveres, escasez de gas; se puede salir de casa, pero la vida ha disminuido su ritmo, con puestos de control temibles; muchas familias cristianas se tienden a escapar a Líbano, al menos momentáneamente.

Desde Siria nos cuentan: “Todavía en noviembre de 2011 esperábamos un desenlace pacífico, que sin embargo se fue disipando hasta el estado actual, que ve un país atrapado en una espiral de violencia con consecuencias imprevisibles y seguramente desastrosas. Para nosotros que creemos en el mundo unido es muy doloroso constatar la falta de voluntad real para encontrar una solución por la vía diplomática y política. Desde el inicio de los acontecimientos nos dimos cuenta, al igual que muchos en el país, que el interés prioritario no era el proclamado a través de la prensa y los canales de televisión árabes y occidentales, es decir la libertad y el pluralismo, sino más bien un juego de poder que está destruyendo a todo nivel un país conocido entre otras cosas por la convivencia pacífica entre grupos de religiones distintas”.

Los miembros del Focolar, después de los primeros momentos de desaliento y desorientación han visto “los frutos de la vida del Evangelio sembrada en estas décadas y de la comunión plena en y entre las varias comunidades esparcidas en el país. La prueba que el país está viviendo –prosiguen- ha llevado a una relación esencial con Dios, con la Palabra y con los demás. Se ha manifestado un creciente compromiso de confiar en Él”.

Creer en el amor de Dios, estar atentos y abiertos a la necesidades del prójimo es el modus vivendi de pequeños y grandes. Es impresionante la vitalidad de la parte juvenil. Los jóvenes de Aleppo distribuyen a las familas pobres con las que están en contacto comida gratis que obtienen a través de una gran empresa. Además han suscitado una competencia de solidaridad entre sus amigos y sus familias en modo tal de poder hacer llegar regularmente víveres de primera necesidad a otras personas necesitadas. Algunas muchachas ( las gen3) han preparado y vendido meriendas para los estudiantes que todos los días van a prepararse para los exámenes en una biblioteca parroquial. Los niños (los gen4) recogen y venden tapas de botella. Los jóvenes de Damasco, con un cine foro y otros encuentros tratan de difundir la cultura de la paz y de la fraternidad. Cuando los refugiados ocuparon en julio pasado los jardines y las escuelas de la ciudad, los jóvenes de los Focolaresi junto a otras personas inmediatamente se dieron qué hacer para acudir a sus necesidades.

La familia de Sima y Walid, ella profesora y él ingeniero, empezó a tener serias dificultades para pagar el préstamo de la casa y del automóvil, y la mensualidad de la escuela de los niños. “El temor empezó a invadirnos –cuentan- preveíamos la eventualidad de perder la casa, y además Walid había perdido el trabajo. Pero nos dábamos ánimo creyendo en el amor de Dios, pensando que Él habría intervenido en el momento oportuno. El día después de haber hecho este propósito llegó una ayuda económica que correspondía a dos cuotas de la escuela”. Otras familias que quedaron sin nada experimentaron el amor de la gente de su barriada. “Nos ofrecieron todo lo que estaba faltando en la casa –cuentan Mariam y Fouad, quienes desde hacía 4 meses no recibían el sueldo- incluso una alfombra y el televisor”.

Sin embargo la difícil situación ha generado temor y desconfianza recíproca, nos miramos con sospecha. El reto de construir relaciones fraternas con todos es un testimonio que va contra la corriente. Es lo que vivió Rima, quien trabaja para un proyecto de apoyo profesional para mujeres iraquíes. Un  día una mujer vino para inscribirse en el curso. Su atuendo –completamente velada- sugería prudencia: de hecho podía suscitar sospechas entre las participantes. Con una excusa encontró la forma para no inscribirla, pero después se abrió camino en ella un pensamiento más fuerte: “Jesús nos ha amado a todos y ha venido para salvar a todos sin excepción. También nosotros tenemos que tener una caridad que no hace distinciones”. Y así hizo todo lo posible para volver a encontrar a la mujer e inscribirla en el curso.

Fahed es taxista. “Trabajar es un reto y una fuente de estrés siempre creciente. Un día un señor anciano, musulmán, empezó a imprecar contra un bombardeo que según su parecer había puesto en la mira a propósito una mezquita. Lo escuché con atención, después le dije: “No te entristezcas, porque las casas de Dios sólo Él las puede construir”. Cuatro meses después subió al taxi el mismo cliente, pero no me reconoció. “Durante el trayecto me contó confidencialmente que había quedado impresionado por lo que le había dicho un ‘hermano’ cristiano, que sólo Dios construye Sus casas”.

Youssef es médico ginecólogo, en medio del caos y la rabia de los primeros desórdenes, enseguida se puso a disposición para ir a atender a los heridos en el lugar. La decisión inusual de atender pacientes de todas las confesiones, con el riesgo de ser malentendido, ha sido una semilla de reconciliación. Alrededor de él se ha creado una red de médicos que, en todo sentido, tratan de sanar las heridas.

Y todavía está la experiencia de un joven profesor, que hace un año fue reclutado por el ejército. La oración, la unidad con los otros jóvenes que viven el ideal cristiano y la decisión tomada de confiar su vida a Dios, lo sostienen cotidianamente. También cuanto tiene que ir donde las familias de soldados que han muerto para darles la noticia de su fallecimiento.

Mona es una joven refugiada con su familia en una aldea cerca de la ciudad. Desde hace algunos meses quiso volver sola a la ciudad para trabajar en un Centro de religiosos que ayuda a niños de todos los credos a retomar sus estudios y sobre todo el deseo de vivir.

En mi barriada –cuenta Bassel – enseguida después de las primeras manifestaciones estallaron auténticos ataques de personas armadas contra la policía. Muchas veces, encerrados en casa para protegernos de los disparos que caían como una lluvia sobre el barrio, teníamos en la mano el Rosario, con la convicción de que la Virgen nos iba a proteger. Recordando la potencia de la oración en la unidad con un amigo empezamos a hacer un “Time Out” a las once de la noche, la hora en que generalmente estallaban los choques armados. Muchos se sumaron a nosotros. Creemos que, a pesar de todo, las armas no tendrán la última palabra”.

2 Comments

  • Dialogo, testimonianze, esperienze di vita vissuta…. tutto bello!
    Ma io chiederei che si facesse un po’ più di INFORMAZIONE, che qualcuno ci spiegasse che cos’è questa guerra, chi c’è dietro questo conflitto Siriano, che ruolo hanno le super potenze, chi sono i ribelli. Perchè chi vive in quei luoghi e conosce meglio la realtà delle cose non ci dice qualche verità in più?

  • Possiamo fare qualcosa, come Movimento dei Focolari nelle sue articolazioni e competenze, per essere vicini concretamente al popolo siriano e mostrare la «strada di pace e solidarietà» che viene fuori da queste «straordinarie» esperienze? Il GenFest è prossimo ed altre significativi momenti ci saranno nel prossimo anno, ma adesso c’è l’ora presente che ci chiama a dare una risposta -quella possibile- alla tragedia di un popolo. Nino G.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *