Fátima, 19 de agosto. Estamos en el ápice de la visita de María Voce y Giancarlo Faletti a Portugal: el encuentro con los miembros de los Focolares provenientes de todos los puntos del país lusitano, incluidas también las islas más lejanas. Una auténtica fiesta en la atmósfera de “exultación” que ha acompañado cada intenso día de esta visita.

“Vine a Fátima a confiar el Movimiento de los Focolares a María, junto a todos ustedes” –confía la presidente. Pocos saben que el  Movimiento de los Focolares ha sido reconocido por la Iglesia católica con el nombre de “Obra de María” por su naturaleza laica y “mariana”. La relación con la madre de Jesús es por lo tanto muy fuerte, como lo es para este pueblo y para cada portugués. Una relación que conforma la identidad misma de los lusitanos, y que va más allá de las convicciones religiosas o laicas; que impregna la música, la cultura, el arte, la arquitectura, su modo de expresarse y de ser. Es gente que vive en serio, con discreción, sobriedad y armonía. Impresiona la relación ancestral del pueblo portugués con “Nossa Senhora”. Ya en 1646, el Rey João IV ofreció su corona a la Virgen Inmaculada, confiándole su pueblo y proclamándola “Rainha de Portugal”. Desde entonces, ningún rey quiso usar la corona que sigue llevando sólo ella.

En la mañana, después de un alegre saludo-diálogo con 140 gen 3 comprometidos como los adultos en vivir por un mundo más unido, María Voce y Giancarlo Faletti son acogidos, en el auditorio Pablo VI, por el canto de un coro intergeneracional y por 1.800 miembros del Movimiento, animadores de alrededor de 25.000 personas que se sienten, de alguna forma, parte de la gran familia de los Focolares en esta tierra.

En un clima creciente de alegría, se presentan las varias comunidades esparcidas en todo el territorio y cuentan testimonios e iniciativas puestas en acción para ayudar, en este momento de crisis, a tantos que se encuentran en necesidad. Una auténtica lección de Evangelio vivido. María Voce exclama: “Me parece estar viendo muchas luces, tantos fuegos encendidos, esparcidos por doquier, que iluminan y dan calor a quien está cerca”.   Sigue un momento solemne: en la gran pantalla pasan los rostros de tantos miembros del Movimiento (adultos, sacerdotes, religiosas, jóvenes) que ya han concluido su viaje terreno y que siguen dando testimonio con su vida de que la Espiritualidad de la unidad es un nuevo camino de santidad.

Después, llega el momento del diálogo. Miguel (9 años), pregunta a María Voce qué pensó cuando se convirtió en presidente: “Me parecía –responde ella con simplicidad- que Jesús me preguntara: ¿Me quieres? ¿Me quieres ayudar a llevar adelante la Obra de Chiara? ¡Si tú me ayudas yo te ayudo! Tú, en mi lugar ¿qué habrías respondido? ¡Pero la llevamos adelante juntos!”. Los y las gen 4, como respuesta, le entregan sus ahorros destinados a los niños más necesitados del mundo.

Siguen las preguntas de los jóvenes y de los adultos: sobre el significado del dolor, sobre el aporte que podemos dar en las comunidades parroquiales, sobre cómo armonizar los distintos compromisos de trabajo, en el Movimiento y en la familia. Es fuerte el deseo de imitar a María, de conducir una vida más sobria, de descubrir la propia vocación. Se habla también de inculturación y del papel de Portugal en el contexto europeo y, en especial, sobre cuál puede ser el aporte específico del Movimiento. La nutrida presencia y el protagonismo de los jóvenes, hace decir a María Voce: “¡Portugal puede decir que los jóvenes existen! Y después, aquí se siente una presencia especial de María que ustedes pueden testimoniar como ningún otro”.

En la tarde, un espectacular “Musical” interpretado por grandes y pequeños. La trama presenta una pincelada de la historia de Portugal y la llegada –en los años ’60- del Movimiento. Están los elementos principales de la cultura lusitana: la sacralidad del fado, los colores del Aletejo (región del centro sur), las coloridas danzas populares de las regiones y de las islas, coreografías modernas, canciones de los jóvenes. Las imágenes en la pantalla gigante acompañan la cautivadora historia.

La intensa jornada pasa en un abrir y cerrar de ojos. Se parte de Fátima con el deseo de llevar por doquier “la exultación” experimentada, el fuego del amor evangélico que quema el corazón de cada uno.

Del enviado Gustavo Clariá

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