“Faraones, griegos, beduinos, nubios, cristianos, musulmanes…. El Egipto de hoy es la síntesis de estas culturas que condujeron a la unicidad del carácter egipcio, con sus bellezas, su originalidad, y, también, con sus contradicciones” Sally, una joven del Cairo, acompañó a Maria Voce, Giancarlo Faletti y todos los presentes en un  recorrido  por la historia religiosa y cultural de este País fascinante.

Es viernes de tarde, día de fiesta para Egipto, país de mayoría musulmana. Estamos en el gran College de los Jesuitas, en las cercanías de la estación ferroviaria central y no lejos de Plaza Tahrir.

La Presidente y el Copresidente entran en la sala en oscuridad: parece que están penetrando en el corazón de las antiguas pirámides rodeados por misterio y presencia de lo divino. Los 350 presentes mantienen a duras penas el deseo de recibirlos con el entusiasmo que finalmente despliegan apenas se encienden las luces: parece una verdadera fantasmagoría de colores y de sonidos, para expresar la alegría súbitamente incontenible.

Poco antes, un grupo de niños le entregó a Maria Voce, la llave de Ankh, el símbolo que, en la tradición del antiguo Egipto representa la inmortalidad. Y es justo con la llave de Ankh y con la ayuda de Sally que pasan una hora recorriendo milenios de historia de este pueblo: desde la civilización que surgió a lo largo del recorrido del Nilo hasta la revolución de Plaza Tahrir símbolo de aquella primavera árabe, que representa la realidad en la cual el País y sus habitantes se encuentran hoy enfrentados.

En esta historia milenaria se injerta también la pequeña historia del Movimiento de los Focolares, comenzada con la llegada de Aletta Salizzoni, Mariba Zimmermann y Marise Atallah, el 26 de enero de 1981. Fue un momento que cambiaría la vida de muchos dentro de la comunidad cristiana, produciendo, también en esta tierra, el nacimiento de un grupo de personas que vive para construir comunidades donde, por el amor recíproco, pueda estar presente Cristo.

Hoy, la espiritualidad de la unidad se ha difundido en Sohag, Luxor, Aswan, Alessandría, Ismailia y otras ciudades, inclusive en pequeños pueblos. No faltan representantes del Sudán, de Eritrea, de Etiopía, de Siria y de Irak. Hay grupos que provienen de estas y otras localidades reunidos en El Cairo para saludar a Maria Voce y a Giancarlo Faletti y para contar las últimas páginas de la historia de su País, las escritas a partir de la ‘revolución’, como todos la llaman aquí. En esas semanas, recuerda también Sally, “era difícil salir de casa, no existía seguridad y nos dedicamos a vivir el momento presente. Rezamos más y tratamos de ayudar a los demás. El resultado de esta actitud  fueron relaciones con nuestros vecinos de casa y entre cristianos y musulmanes. El miedo se transformó en amor recíproco y comunión festiva. Hemos sentido la unidad de toda nuestra gran familia”

Finalmente, algo de folklore, música contagiosa, colores vivos, como los rostros que se ven  en el palco. La atmósfera se vuelve cálida en espera de un diálogo con Maria Voce y Giancarlo Faletti, pero de esto hablaremos mañana porque estos días los diálogos con los niños, jóvenes, familias, se sucedieron, todos interesantes, estimulantes, sinceros y directos.

De Roberto Catalano

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