Ruski Krstur (Voivodina) es una pequeña ciudad de unos 4000 habitantes, corazón de la mayoría rutena  en Serbia. Es una región agrícola, empobrecida por la guerra. Sin los subsidios del gobierno, la emigración creció enormemente en los últimos años, sobre todo hacia Canadá.  En cambio,  un grupo de jóvenes no quiso abandonar  su propio pueblo, sino que tenazmente trataron y lograron construir un futuro para ellos y para muchos otros. Esta es su historia.

En los años ’90, dos empresarios,  Slavko Rac y  Janko Katona (que tenían ya actividades encaminadas) deciden abrir un kiosco de helados. Como la iniciativa tiene éxito abren un segundo kiosco en otra ciudad, dando así trabajo a otros 6 jóvenes. Pero no se detienen aquí: nace la empresa Juarbis, en el sector de la agricultura, que crece velozmente también con los aportes del Estado para el desarrollo. En el 2008 cuenta ya con 40 empleados, y se convierten en los primeros del  sector en la región.

“Pero la crisis vuelve a golpear, – cuenta Marija Majher, directora actual de la Juarbisy en el 2009, con la disminución de la producción de leche, la empresa pierde la parte más consistente de los ingresos. Es un duro golpe, pero nuestro grupo está fuerte. Trabajamos juntos desde hace 10 años y queremos levantarnos juntos. En todos estos años hemos tratado de mantener siempre activa también la comunicación con los 500 cooperadores, de quienes retiramos  la leche y los productos agrícolas. Nuestra fuente de inspiración en la conducción de la empresa, fue siempre el “arte de amar” que tiene raíz en el Evangelio, como nos propuso Chiara Lubich. Hemos construido así relaciones profundas y vitales con todos”

Desarrollando la intuición de Chiara de dividir las utilidades de la empresa en tres partes, además de crear nuevos puestos de trabajo, hicimos conocer la “cultura del dar” y de la comunión creando, en la ciudad,  varios emprendimientos educativos y culturales y finalmente, pero no por último, nos empezamos a ocupar de algunas situaciones de emergencia con ayudas concretas y con proyectos de desarrollo.

“Con nuestra sorpresa – continúa Marija Majher -, dos de nosotros fuimos elegidos con gran mayoría en las elecciones comunales. Fue la ocasión de hacer algo más por nuestra gente que sabíamos estaban en situación de pobreza y sufrimiento.

Nos guió otra vez, la experiencia de Chiara de post-guerra en Trento que quería resolver los problemas sociales de la ciudad a partir de los más pobres con el compromiso de  la comunidad, con el deseo de mejorarla. Así, con nuestras tres empresas y otros amigos de Caritas local, estamos tratando de promover algunas actividades para la ciudad como por ejemplo acciones ecológicas o buscar la leña para la calefacción a personas enfermas o ancianas. Estos últimos, además, fueron invitados a encuentros semanales de diálogo y entretenimiento. Nos ofrecimos  también para acompañarlos al médico. Un proyecto que es todavía un sueño consiste en utilizar las hectáreas de tierra abandonadas, alrededor de sus casas, para construir una casa de reposo que cubra sus exigencias. Se pensó también en los niños y en los jóvenes con talleres de periodismo, recitado, cocina, decoración y  animación, como por ejemplo juegos y fiestas. La familia es siempre el centro de nuestras actividades. Se han realizado acciones extraordinarias para algunas familias a quienes se les quemó la casa, a otras les hemos pagado la cuenta de la electricidad e inclusive  se compró un lavarropa para una familia numerosa. El último proyecto “La familia por la familia” es la propuesta, dirigida a toda la comunidad local, de poner a disposición las propias fuerzas y talentos, para ayudarse recíprocamente”

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