«Soy empleada de una tienda de ropa. Es un trabajo que me gusta porque me permite construir buenas relaciones con los clientes. Había una señora que venía con frecuencia. Compraba vestidos para su hija que vivía en Australia. Quería que yo me los probara, pues decía que yo era parecida a su hija. Me hablaba de ella, me hacía muchas confidencias.

Un día, como de costumbre, la vi llegar, pero enseguida me di cuenta que su rostro era distinto. Triste, apagado. Había venido a hablarme. Se había enterado que su hija en Australia tenía una relación con un hombre mucho mayor que ella. Junto con su marido deseaban que la hija volviera a casa, pero pocos días antes, por teléfono, les había comunicado que estaba embarazada y que quería abortar. La señora estaba confundida, enojada, llena de rencor. Pensaba sin embargo, que deshacerse del niño era la única solución posible. En el fondo esperaba que antes o después la hija volviera a casa.

Hasta ese momento, yo había tratado siempre de que hacer que estuviera contenta, al fin y al cabo ella era una clienta. Pero en ese momento sentí que le tenía que decir lo que de verdad pensaba. Deseaba ayudarla concretamente, no sólo compartir su pesar. Le pedí el número de teléfono de la hija. Decidí hablarle. Recé para encontrar las palabras justas. Con gran sorpresa, la chica estuvo feliz de hablar conmigo. Me dijo que quería abortar, pero era porque esperaba morirse también ella. Era demasiado grande el peso del dolor que sentía que ella otorgaba a su familia después de todo lo que sus padres habían hecho por ella. Pero dentro de todo ese dolor advertí una pequeña luz de esperanza, junto con un sincero arrepentimiento por haber hecho sufrir a sus padres. Hablé luego con la madre, explicándole que la hija estaba arrepentida y dispuesta a recomenzar.

Posteriormente conocí personalmente a esta chica y a su compañero. No realizaron el aborto, al contrario ahora tienen intenciones de casarse para darle a su hijo una familia. Y también los futuros abuelos estarán eternamente agradecidos»

(Twinette, Zimbabwe)

Extraído de Una buona notizia. Gente che crede gente che muove – Editorial Città Nuova, 2012

3 Comments

  • Brava Twinette! Siamo proprio fiera di te, hai compiuto un miracolo. Ti ricordi di noi della mariapoli Piero? Ti salutiamo e ti abbracciamo

  • Me ha encantado la noticia. Me ayuda a vivir siendo solidario con quien me encuentre.Así podremos enjuagar el llanto de la HUMANIDAD.
    Muchas grtacias

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