Del 10 al 13 de mayo de 2013 la “ciudadela Piero”, en Nairobi (Kenya), hospedará la Escuela de Inculturación, un taller que este año tiene como tema principal “la persona” en las varias tradiciones africanas. Un grupo de jóvenes participará además en la primera etapa del Proyecto “Sharing with África”. Seguidamente presentamos la narración del Giuglia, después de su experiencia en Uganda.

«Aeropuerto de Malpensa, 2 de agosto de 2011: destino “Kampala – Uganda”. La emoción es mucha, si bien no puedo imaginar que esas cuatro semanas se convertirán en una de las experiencias más bellas y más importantes de mi vida. Durante un mes comparto mi casa y mi cotidianidad con otra chica italiana y tres ugandesas y esto me obliga desde el primer momento a dejar de lado toda costumbre “occidental”, los hábitos y la forma de pensar, para abrirme a ellas y a su vida: pero esos que al inicio eran pequeños sacrificios, pronto se convierten en una riqueza, una nueva forma de pensar y de relacionarme con quien tengo alrededor.

Me impresiona mucho la concepción que los africanos tienen de la persona: para ellos el centro de todo está en la persona, en el otro, y no en el tiempo, en la prisa, en los compromisos. Entonces, por ejemplo, una reunión empieza cuando todos llegan, y no cuando lo dice el reloj, y el autobús arranca cuando está lleno y todos subieron y no según un horario preestablecido. “¿Cómo pueden ustedes occidentales basar  sus jornadas en la forma como transcurre el tiempo, que nos les pertenece y no pueden controlar de forma alguna?”: es una pregunta que todavía resuena dentro de mí cuando me dejo arrastrar por el frenesí de las jornadas, corriendo el riesgo de ignorar a las personas que tengo alrededor.

El concepto de “Ubuntu” es típico del África subsahariana, es una expresión que puede ser traducida como “Yo soy lo que soy por mérito de lo que somos todos”. A propósito de esto Nelson Mandela dijo: “Ubuntu no significa pensar en sí mismos; significa más bien preguntarse: ¿quiero ayudar a la comunidad que tengo a mi alrededor a mejorar?”. ¡Cuánta sabiduría en estas palabras! Y no se trata sólo de palabras sino de vida auténtica, de cotidianidad vivida en la perspectiva del “nosotros” y no sólo del “yo”: todo en común, todo hecho juntos, los hijos de los vecinos son como los tuyos y también el huésped más desconocido que llega por error a tu casa se convierte inmediatamente en parte de la familia.

Nunca olvidaré la conmoción que sentí cuando fui invitada a almorzar donde una familia de una de mis compañeras de apartamento: en una casa sin baño en una zona no muy diferente de un barrio marginal; sin embargo habían preparado un banquete y comida abundante. Porque no importa cuánto sacrifico cueste invitar a almorzar a las amigas de la hija: la hospitalidad, la reciprocidad, el compartir con el otro cuentan más que cualquier otra cosa.

Volví de Uganda sintiéndome más rica que antes. Durante semanas fui la extranjera, la que tenía un color de piel diferente, idioma diferente, costumbres diferentes; sin embargo siempre fui acogida, siempre encontré una sonrisa y un apretón de mano, nunca me sentí discriminada o fuera de lugar.

Ahora, encontrando por la calle a muchos emigrantes que viven en mi ciudad, me parece que los veo con ojos nuevos: trato de ponerme en su lugar. Esta parte de África que todos los días desembarca en Europa merece esa misma gran acogida que yo, en primera persona, aun siendo extranjera y blanca, recibí en Uganda: es compartir, es reciprocidad, es Ubuntu, es algo que va mucho más allá del simple respeto por quien “es diferente”. Que después, ¿es distinto de quién? Pocas horas de avión y “el distinto” eres tú, por otra parte te das cuenta de que todos somos mucho más similares de lo que creemos».

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