Es San Juan quien escribe. Él advierte a su comunidad en referencia a algunas personas, que con palabras exaltaban la fe en Jesús, pero esta fe no la demostraban con las obras. En efecto, estas últimas eran consideradas inútiles o superfluas, como si Jesús hubiera hecho ya todo. La fe de ellos era entonces vacía y estéril, porque le quitaban a la obra de Jesús el aporte indispensable que él nos pide a cada uno de nosotros.

 «No amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad»

Amar concretamente. La verdadera fe, dice el apóstol, es aquélla que da prueba de sí amando como Jesús ha amado y nos ha enseñado. Y la primera característica de este amor es que es concreto. Jesús no nos ha amado con lindos discursos, sino, que ha pasado en medio nuestro haciendo el bien, curando a todos, estando a disposición de aquéllos que se presentaban, comenzando desde los más débiles, los más pobres, los más marginados y dando su vida por nosotros.

 «No amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad»

Debemos amar entonces, dice el apóstol, además que con los hechos, también en la verdad. El amor cristiano, mientras intenta traducirse en hechos concretos, se preocupa por inspirarse en la verdad del amor que encontramos en Jesús; se preocupa por hacer obras conformes a sus sentimientos y enseñanzas. Debemos amar en la línea y en la medida mostrada por Jesús.

 «No amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad»

¿Cómo vivir entonces la Palabra de vida de este mes? Su mensaje es muy claro. Es una llamada a la autenticidad cristiana, sobre la cual Jesús ha insistido tanto. ¿Pero no es ésta también la gran expectativa del mundo? ¿No es cierto que el mundo de hoy quiere ver testimonios del amor de Jesús?

Amemos entonces con hechos y no con palabras, comenzando por los humildes servicios que nos piden cada día las personas que nos encontramos.

Y amemos en la verdad. Jesús actuaba siempre en línea con la voluntad del Padre; de la misma manera también nosotros debemos actuar siempre en línea con la palabra de Jesús. Él quiere que lo veamos en cada prójimo. De hecho, lo que hagamos a cada uno lo considera hecho a sí mismo. Quiere que amemos a los demás como a nosotros mismos, y que nos amemos entre nosotros estando dispuestos a dar la vida uno por el otro.

Amemos así para ser también instrumentos de Jesús para la salvación del mundo.

Chiara Lubich

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Palabra de vida publicada en Città Nuova, 1988/8, p.11.

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