La gran sala de la ciudadela argentina de O’Higgins estaba transformada en una ambientación de Circo: los personajes a través de sus números, la coreografía y las proyecciones visuales acompañadas por temas musicales, mostraban la compleja realidad que enfrenta la sociedad hoy. Un programa sin intervalos, que a través del arte quería transmitir un mensaje profundo e incisivo.

¿Cuál? Aspirar a  metas altas, así como fue propuesto en la canción que fue el tema de la Fiesta. Tener confianza en la fuerza de trabajar juntos con el aporte de cada uno. Creer que se pueden romper las barreras del individualismo para lograr transformar la sociedad, en los diversos ambientes en los que  la vida de los jóvenes se desarrolla día tras día. Luchar por una “cultura del dar” basada en el servicio desinteresado; por una cultura de la fraternidad y del perdón que rompa los esquemas de una humanidad fosilizada y frívola que sufre. Creer que los grandes ideales no son una utopía, sino una realidad que se puede alcanzar haciendo, en los gestos cotidianos, una  verdadera revolución de Amor.

El corazón de la preparación del evento fueron los 80 jóvenes que están presentes este año en la Mariápolis Lía. El punto de partida fue para ellos preguntarse “qué mensaje dar” a los numerosos jóvenes que llegan cada año para esta fiesta. La propuesta fue la de “mostrar a todos cómo podría ser la sociedad, si el amor recíproco fuese la ley fundamental de nuestro actuar”. Al final de una reflexión crítica sobre la sociedad contemporánea, los jóvenes desenmascararon uno de sus males más frecuentes: el individualismo. Nació entonces la elección de un slogan que los ayudó a llevar adelante la iniciativa propuesta, con la idea de jugarse la vida por grandes ideales. Eres capaz de cosas grandes… ¡Rompamos los esquemas!”Un slogan que responde a la invitación del Papa Francisco en Río de Janeiro precisamente a los jóvenes argentinos: “Hagan lío”, hagan ruido.

Y así, con centenares de jóvenes procedentes no sólo de Argentina  incluyendo sus provincias más lejanas, sino también de Uruguay y Paraguay, el rico programa de dos días abrió el espacio para la participación a través de varios talleres, visita a la ciudadela, un recital por la paz con varios grupos musicales invitados y la banda musical de la Mariápolis Lía. El “trabajar juntos” los llevó a buscar soluciones a las problemáticas planteadas en el desafío inicial.

Partiendo a sus lugares de origen, todos se marchan con el deseo de poner en práctica en la vida cotidiana la salida del individualismo y de  dar una respuesta a las palabras de Francisco: “Quiero que se hagan sentir (…), quiero que salgan, quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que es mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de todo lo que sea estar encerrados en nosotros mismos. Las parroquias, las escuelas, las instituciones están hechas para salir afuera…»

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