En la ciudad de Cochabamba, Bolivia , donde la población está constituida por un 50% de niños y adolescentes, en su mayoría, abandonados por sus padres, desde hace algunos años, desempeña su actividad  la Asociación de Voluntariado ONLUS, llamada “Casa de los Niños”.

“Somos  fruto del encuentro con el rostro de Jesús que se ve concretamente en las personas que entraron en  nuestra historia”. Así nos escriben los responsables del proyecto que están motivados  por sueños de esperanza y de bienestar hacia las personas que viven situaciones dolorosas o de marginación, especialmente los niños.

Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, expresó una vez, el deseo de que se pudieran cerrar los orfanatos, con la esperanza de que cada uno de los pequeños huéspedes pudiera gozar del calor y del amor de una familia. “Siguiendo este sueño de Chiara Lubich – cuentan- nos pusimos a trabajar, allí donde es posible, recomponiendo, alojando transitoriamente  y sosteniendo a las familias o a los familiares de los niños que sufren mayor abandono. En estos últimos 6 años, con la ayuda de muchas personas, hemos logrado reunir casi un centenar de familias, ofreciéndoles una vivienda digna”

Un ejemplo es el caso de M.R., que fue diagnosticada hace 8 años con el virus de HIV (Sida). Cuando los trabajadores de la Asociación la conocieron no hablaba y no caminaba. Había sido excluida de la terapia intensiva, donde había sido hospitalizada  por una infección, y fue recibida en la “Casa de los Niños”. “M.R. dentro de pocos meses cumplirá 10 años – cuentan con alegría-. Mientras tanto su mamá, que había sido echada de su casa, porque la consideraban responsable de esta situación, fue también acogida por la institución. Así se recompuso  un pequeño núcleo familiar”

“Nuestro Centro – continúan– es ahora punto de referencia de todas las instituciones públicas de la ciudad para los que viven con el virus de HIV. El 20% de las familias de Cochabamba, portadores del virus, viven aquí con nosotros. También el 30% de los niños HIV positivos,  de la ciudad,  son huéspedes de nuestra “Ciudadela Arcobaleno”, donde viven junto con otros 200 niños con historias diferentes sobre sus espaldas”

La acción concreta, siempre fundamental y necesaria, no puede ser separada  de aquello que da sentido y valor a cada gesto: “El arte del encuentro marcó nuestra vida- cuentan los trabajadores- y lo que vemos florecer a nuestro alrededor es fruto de la relación con personas extraordinarias con las cuales compartimos la vida y los anhelos más profundos. Esta situación nos permite abrazar el dolor inocente, el de los niños que sufren la injusticia más absurda, de una vida que no han elegido y que los obliga a luchar contra corriente desde el primer instante. Nosotros estamos aquí con ellos, con la tenacidad de los pobres y la fe de los débiles. Creemos ingenuamente, que, a pesar de las cotidianas derrotas,  el bien siempre triunfa”

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  • Conocer a cada una de las personas de este proyecto y hacer parte de la misma vida de todos fue una de las experiencias más linda y más importante de mi vida. Como dicen: «el arte del encuentro marco mi vida…»

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