Man, Costa de Marfil: la “ciudad de las 18 montañas”, cuenta con casi 100 mil habitantes de diversas etnias, dedicados en su mayor parte a la agricultura. Es una ciudad abrumada por una gran pobreza tanto material como humana, pobreza que se agravó por la guerra que afectó el país en el año 2002 y que tomó completamente a la ciudad. En este contexto social se encuentra la “Mariápolis Victoria”, ciudadela del Movimiento de los Focolares en el oeste de África. Eran más de 3000 los refugiados en los momentos candentes de la guerra. Más de 100.000 lo pacientes atendidos en su “Centro médico social”. Es importante además, el programa elaborado para reducir la desnutrición infantil. Un programa que trabaja con éxito tanto en la ciudad como en los pueblos vecinos.

También la Navidad –cuentan algunos habitantes de la ciudadela-, se celebró en función de las personas que estaban más solas, los marginados, especialmente los más necesitados de amor: “Una jornada de fiesta con los niños cristianos y musulmanes de los alrededores, en la parroquia cercana. Fue un momento de alegría con canciones, bailes, representaciones teatrales y finalmente, ¡un almuerzo para todos!”.  Cada niño –eran casi 1000-, con el propio plato y el vaso en la mano, estaban en fila para recibir la comida. “Era muy lindo mirar en a los ojos a cada uno de ellos, -continúa el relato-, desearles buen apetito y agradecerles por la paciente espera!”

Un grupo de chicas jóvenes, en cambio, decidió pasar las fiestas en Blolequin, un pueblo que está a 175 km de Man, junto con los niños huérfanos y las religiosas de la Consolata que se ocupan de ellos.

En Glolé, un pueblo que está a 30 km de Man, otro grupo de la comunidad de los Focolares ayudó en la preparación de la fiesta de Navidad. Para esa ocasión se agregaron personas de los 12 pueblos cercanos, personas mantenidas desde hace años por el Centro nutricional de la ciudadela. Estaban presentes también los jefes y autoridades de cada pueblo, además de los responsables de varias Iglesias. En el clima de reciprocidad que se creó, un dirigente del pueblo afirmó: “Si  cuando presente mi programa de trabajo a mis colaboradores, ocurre que  ellos no están de acuerdo, creo,  que no lo podré llevar adelante solo, sino que trataré de realizar aquello que podremos hacer juntos”.

Una contribución importante de la tarde fue el conocido escrito de Chiara Lubich “Una ciudad no basta”(1958). En este programa Chiara alienta a buscar a los más pobres, a los abandonados, a los huérfanos, a los presos, los que son dejados de lado… y, dar, dar  siempre: una palabra, una sonrisa, el propio tiempo, los propios bienes… amor concreto capaz de transformar una ciudad y mucho más. Luego hubo un intercambio de testimonios, en especial referentes a las actividades que se están realizando a favor de los niños que sufren de hambre y tienen carencias de afecto familiar. Son pasos concretos para transformar las propias ciudades.

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