Doce estudiantes parten para África (que representan a dos liceos italianos). Van acompañados por tres profesores, dos animadores, dos socios de Unicoop de Florencia, un representante del Movimiento de los Focolares y un camarógrafo.

El objetivo: vivir desde el 16 al 24 de enero, una semana compartiendo la vida con sus coetáneos africanos. El destino elegido: Fontem, en el noroeste del Camerún de habla inglesa. Hoy, la ciudad camerunense cuenta con 40 mil habitantes. El Movimiento de los Focolares ha contribuido a su crecimiento, junto con otros,  a partir de los años ’60. Pero dejamos que esta experiencia vivida la cuente Stefano, uno de los muchachos italianos que viajó, así como la publicó en el boletín de la escuela:

«…Un viaje para descubrir una realidad distinta, por momentos dura de digerir por la pobreza que se encuentra, pero maestra de vida, por todo lo que pudimos aprender… Hemos descubierto una cultura distinta; personas que piensan diferente… Partimos con la idea de ir a donar medicinas, lapiceras, papel, cuadernos, contar algo de  nosotros mismos, de  Europa, y descubrimos en cambio que… existen personas que venderían lo poco que tienen para que te sientas en casa; que existen personas que nunca te vieron pero que te reciben como a un rey; que no son racistas como muchos de nosotros; que en pocos días se encariñan contigo como tú no sabrías hacerlo con nadie.

El encuentro con los muchachos del college resultó impactante. Fuimos recibidos con cantos y danzas. Ante  nuestro gran asombro nos tomaron de la mano y nos abrazaron. Después de algunos momentos de desorientación, fuimos llevados a una dimensión distinta. Superamos el  miedo de relacionarnos a su modo pues se convirtió en nuestro modo de relacionarnos. Nos desinhibimos con los cantos y las danzas, bailamos, nos reímos y construimos un fuerte vínculo, casi difícil de creer. Este modo de relacionarnos logró que también entre nosotros, italianos, se creara una linda alquimia. Además de los momentos felices tuvimos que digerir también imágenes fuertes, especialmente cuando visitamos la aldea de Besali, donde reina la pobreza. Al borde de las calles se veían niños desnutridos, con el estómago hinchado, gente paupérrima… Y sin embargo, también allí las personas nos recibieron cálidamente. Las escuelas de Besali, construidas y sostenidas por Unicoop de Florencia, son muy distintas del edificio escolar italiano…

Grandes personas nos hicieron comprender mejor lo que estábamos sintiendo, comenzando por el Doctor Tim, focolarino originario de la zona trentina, que vive en Fontem desde hace 27 años. Él es muy importante para toda la comunidad, sana a muchísimas personas que sin él y los otros voluntarios del hospital estarían en grandísimos problemas. Nos impresionó la grandeza de alma de Pía, focolarina voluntaria que vive en Fontem desde hace 47 años, quien es un ícono del Movimiento de los Focolares; ella es capaz de transmitir una energía increíble.

Con el paso de los días se construyó un gran vínculo entre todos. El último día fue mágico. Nos habían advertido: “Llorarán ustedes y llorarán ellos”. En nuestro corazón pensábamos que esto nunca sucedería, hasta que ocurrió de verdad. La noche antes de irnos, los saludos luego de un intercambio de regalos, fueron conmovedores: todos abrazados, en silencio, en la oscuridad total de la calle que bordea  la selva; un silencio ensordecedor quebrado sólo por el rumor de la respiración acongojada del llanto, de la nariz que aguantaba aquel cúmulo increíble de emociones. Todavía no muy conscientes de lo que hemos vivido, estamos agradecidos a todos los que nos permitieron realizar esta experiencia. Un viaje que alguien definió como `El viaje de la vida’ ».

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