20141010-01«En Holanda no hay guerras, no hay pobreza como en los otros países del mundo, no tenemos desastres naturales ni persecución de cristianos o de otros pueblos. Vivimos en un país libre en donde podemos hacer y decir lo que queremos. Y quizás precisamente esa libertad era mi enemiga más grande en ese momento».
Así empieza el relato de Laura, una joven holandesa que ha participado activamente en la realización de la 35ª Jornada nacional de los jóvenes católicos de Holanda. Un festival con música en vivo, stands, intercambio de experiencias: este año, por primera vez, el festival fue de dos días, y los participantes fueron hospedados en la ciudadela de los Focolares en Marienkroon (Nieuwkuijk), en medio de un paisaje sugestivo entre los bosques. Fueron 700 los jóvenes que llegaron allí el fin de semana del 28 y 29 de junio. «Fue un festival realmente bello, lleno de alegría y sol, muy informal –prosigue Laura-. Los conjuntos tocaban, había quien comía algodón de azúcar o participaba en algún taller, siempre había algo que hacer o experimentar».

Durante la preparación, el canal de TV nacional Talpa, se puso en contacto con los organizadores. Les propuso participar en un reality show en donde un cantante o un actor visita a distintos grupos de Holanda que comparten una pasión o un estilo de vida; transcurren un tiempo con ellos, hacen entrevistas y una cena de agradecimiento. Cuando escucharon hablar del festival de los jóvenes católicos, preguntaron si podían pasar un fin de semana con ellos. «En este período de grandes críticas a la Iglesia católica en Holanda, nos parecía que ésta podía ser una gran oportunidad para presentar a todo el país una iglesia joven, viva, llena de fuerza y de valentía. Pero al mismo tiempo sentíamos un poco de temor, pues no sabíamos de qué forma se iban a presentar las entrevista en la transmisión final».

Eligieron a tres jóvenes que serían entrevistados durante el festival, entre los cuales estaba Laura: «Durante las conversaciones anteriores a la entrevista final, entendí que querían crear una imagen del joven católico según un estereotipo preciso: aburrido y con una visión limitada del mundo. Preguntas sobre las relaciones prematrimoniales, sobre cómo vivir y predicar el Evangelio, sobre los prejuicios que existen en la Iglesia hoy y las elecciones que estaba haciendo en mi vida en ese momento. Tuve que pensar algunos días antes de aceptar la invitación. Muchos pensamientos daban vuelta en mi cabeza: ‘No sabía quién iba a ver este programa. Quizás mis amigos de la universidad, mis vecinos, mis profesores, personas que no me aceptan debido a mi fe’. Estaba segura de que con esta entrevista se transmitiría a todo el país una cierta imagen mía, la de una chica que dedica su vida a la Iglesia y a la construcción de un mundo unido. Y esto no me dejaba tranquila.

Tuve que dar un paso grandísimo para superar el temor de revelar mi alma, mis ideales, ante un público de un millón y medio de personas. Al final dije que sí. La entrevista salió muy bien. Siempre habrá personas que viendo la entrevista harán cometarios negativos o ya no querrán estar en contacto conmigo. Pero el Amor intenso e infinito que siento dentro por haber permanecido fiel a Dios y a su proyecto sobre mí como joven católica me da una grandísima alegría. No podía dar un testimonio más grande de mi fe y de mi pasión por el mundo unido».

 

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