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«Pensaba que mi vida  acabaría como la de todos, sin desafíos, pero ahora “desperté” de un largo sueño porque durante este youth camp recibí mucha fuerza y valor (William, 20 años)». «Entendí lo que significa amar, servir a los demás. Hice muchos nuevos amigos y pasé uno de los momentos más felices de mi vida (Maung, 21 años)». «Estos tres días fueron como una vitamina para seguir adelante hacia mi futuro (Benjamin, 18 años)». Éstas son algunas de las primeras impresiones de los jóvenes después del “Youth Camp” que se desarrolló en Kanazogone, una pequeña aldea al sur de Myanmar (3- 5 de octubre).

La idea surgió de los Jóvenes por un Mundo Unido de Yangon, conocida también como Rangoon (capital del país hasta el 2005). «Partimos en bus 23 jóvenes de Yangon – cuentan – y después de proseguir otro tramo en barco, porque la carretera no llega hasta allá, llegamos a esta aldea remota. Nos acogió una pequeña comunidad guiada por un sacerdote focolarino, Padre Carolus.  En este pueblito la mayoría de los habitantes son cristianos y a este grupo se agregaron otros 60 jóvenes de los alrededores.

MyanmarChiaraLuce3Para muchos de ellos era la primera vez que participaban a un encuentro de este tipo. Todos escucharon con atención desde el primer momento, acogiendo con seriedad nuestro mensaje».

El programa estaba centrado en la figura de Chiara Luce Badano. «Cuando empezamos a ver el video síntesis de su beatificación – siguen los jóvenes –, caía una lluvia tan fuerte que nos impedía escuchar. Así, esperando que escampara, improvisamos unos juegos… Los presentadores propusieron rezar juntos, pidiendo a Chiara Luce que nos diera la posibilidad de escucharla. Poco tiempo después la lluvia disminuyó notablemente. Pero el mayor milagro fue que su testimonio tocó el corazón de cada uno de ellos. Fue un momento solemne. De la misma manera sucedió cuando hablamos de la paz: paz dentro de nosotros sabiendo perdonar, y con los vecinos. Concluimos con un time out por la paz en todo el mundo. Muchos jóvenes decidieron comprometerse a amar especialmente a los más cercanos, a los familiares».

MyanmarChiaraLuce1«Queríamos realizar una actividad útil para la aldea – cuentan –. A pesar de la temperatura tan elevada por la tarde, nos fuimos todos con las herramientas traídas por los jóvenes del lugar a desherbar una zona de la selva y a lo largo del río. Trabajamos en medio del lodo, las serpientes, los zancudos…… Había quien se sorprendía de estar haciendo un trabajo de este tipo, ¡pero en todos rebosaba la alegría! Y detrás nuestro quedó un lindo jardín. Por la noche, la fiesta. Invitamos a todas las familias y agradecimos a las mujeres que nos habían ayudado a preparar las comidas de esos días. Salieron a flote muchos talentos, superando la timidez».

«Aunque no había electricidad – excepto la del generador -, el teléfono era casi inexistente y por tanto tampoco había internet… oh, ¡cuánto nos costó dejar ese lugar!». El viaje de regreso a Yangon quedará inolvidable, por la alegría del grupo que se expresaba en fuertes carcajadas y canciones durante las cinco horas de bus.

«Una vez en casa – concluyen –, con la excusa que uno de nosotros que partía al extranjero para estudiar, organizamos en seguida otra cita, en la misma semana, para ver las fotos y seguir conociendo la vida de Chiara Luce. Se volvió a crear el clima de esos días y también nuestros nuevos amigos expresaron el deseo de imitarla».

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