Para que la humanidad siga viviendo

tenemos que tener el valor de “inventar la paz”.

Seguramente nos hemos preguntado:

De dónde nace la radicalidad

de la terrible elección de los kamikasis?

Nosotros deberíamos ser capaces

de dar nuestra vida

por el gran ideal del amor a Dios y a los hermanos.

Un amor posible para todos,

porque el amor fraterno

es el ADN de cada hombre.

Florecería por doquier esa fraternidad

que Jesús ha traído a la tierra

haciéndose hermano nuestro

y haciéndonos hermanos.

Quizás la providencia divina

se sirve de las situaciones de destrucción

para suscitar transformaciones morales inesperadas

y energías insospechadas

para construir “ex-novo” la paz

y volver a dar aliento a la humanidad.

Chiara Lubich

Tomado de la Editorial Cittá Nuova del n° 24/2003

Comments are disabled.