LucioDalSoglio“Te fuiste en silencio, casi furtivamente y sin molestar. Tal vez deseabas llegar a tiempo para celebrar tu Navidad definitiva, la de la Vida, allá arriba,….”, escribe uno de los focolarinos que vivió con él en los últimos años en Rocca di Papa.

Nace en Vicenza (Italia) el 22 de febrero de 1927. Conoce el Ideal de la unidad en Pisa en el ’52, siendo estudiante de la Facultad de Medicina. Después de vivir algunos años en Roma, Pescara y Turín, se produce un gran cambio: África.

Transcurrían los primeros días de octubre del ’62 cuando Chiara Lubich y Padre Foresi le preguntaron a él y a Nicasio Triolo, otro médico focolarino: “¿Están dispuestos a partir para África?”

El 11 de febrero del ’63 llega a Camerún, junto con Danilo Gioacchin, veterinario, veneto como Lucio. La vida en África es un cotidiano preguntarse sobre la realidad circundante, en una actitud de honesto y desarmado respeto hacia una cultura hasta el momento completamente extraña y también con un gran respeto hacia sus habitantes. Estupor, incertidumbre, descubrimientos y percepciones agudas de los límites frente al misterio, pero sobre todo apertura incondicional a los planes de ese Dios que transformará todo en un magnífico “canto de amor” que transcurre paralelamente a la fundación del Movimiento y a la irradiación del Ideal de la unidad en el continente africano. Este período tan particular, Lucio lo vivirá en estrecha relación con Chiara Lubich, que viajará a Camerún en el ’65, ’66 y en el ’69. Más adelante, en el ’92, Chiara irá a Kenia y nuevamente a Fontem (Camerún), donde, durante ese tiempo, había nacido la primera ciudadela de los Focolares en África. En el 2000 Chiara visita África por última vez. Lucio está contentísimo cuando constata que “en el lapso de 35 años el sueño de Chiara se convirtió en una realidad, que Dios está, que el amor es verdadero y que el amor mutuo es el secreto de la felicidad: y esto es así porque la Virgen nos abrazó a todos en una sola familia”.

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Desde la izquierda: Lucio Dal Soglio, Georges Mani, Dominic Nyukilim, Teresina Tumuhairwe, Benedict Murac Manjo, Marilen Holzhauser, d. Adolfo Raggio, Nicolette Manka Ndingsa.

A Lucio no le gustaba hablar de sí mismo, no se ponía nunca como modelo, no aparecía. Pero para aquéllos que tuvieron la fortuna de conocerlo, Lucio fue un “gran Baobab” – como algunos amigos africanos escribieron en estos días. Son muchísimos los ecos que llegan desde África: “No estaremos nunca suficientemente agradecidos a él por todo lo que hizo por la Obra de María aquí en África!!!”. “Su amor hacia el hombre era infinito, porque para él cada hombre era Cristo, a quien Lucio amaba sin medida…” “Lo recordamos sobre todo por su radicalidad y sinceridad en vivir el Evangelio, era un hermano mayor, un amigo verdadero que nos acompañó siempre en este ‘santo viaje’ de la vida”. “Imagino a ‘María Africana’ con los brazos abiertos de par en par para recibir a este hijo suyo predilecto junto con muchos otros que vivieron, sufrieron, trabajaron y amaron sin medida para llevar el Ideal de la unidad a la tierra africana. Éste no es un momento de tristeza, sino de agradecimiento profundo a Dios por el don de haber recorrido un tramo de nuestro santo viaje con Lucio que nos hizo de padre, de hermano mayor y de amigo”.

La palabra del Evangelio que Chiara Lubich le había indicado como faro para su vida, era: “Y dejando las noventa y nueve, fue a buscar a la oveja perdida” (Mt 18, 12).

“Rezamos por él – escribe María Voce a los miembros de los Focolares- y le pedimos que ayude a toda la Obra de María a cumplir el designio de Dios, para que todos sean uno”.

 

5 Comments

  • grazie Lucio!!! Ora dal cielo aiutaci a diventare veri cristiani e a portare l’Africa a Dio . Rimani nei nostri cuori per sempre. Grazie!

  • Ciao Lucio!!!! Hai condiviso con me la tua esperienza aiutandomi a vedere che, come ciascuno va amato in modo unico da Dio, anche così deve essere il nostro amore per l’altro. Grazie caro fratello!

  • I like to say thank you to Lucio,
    Thank you for your life, thank you for your love. You are the one who brought Jesus to us in Africa. We have nothing to give you, but we promise our prayer forever.

    Thank you Lucio.

  • Misaotra Lucio! che fortuna di averti incontrato (quanti tesori, quanta luce hai lasciato stampato nel nostro cuore, nella nostra anima)

  • Che grande uomo! Straordinario, semplice e vero come le cose semplici e vere della vita. Sono felice di averlo incontrato e conosciuto. Ti viene una grande riconoscenza all’Ideale che forma persone così, santo così.
    don Beppino

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