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Cochabamba

«Francisco llega a Bolivia en un momento histórico muy interesante. El gobierno boliviano ha lanzado varias veces un desafío al modelo actual de desarrollo que está muy de la mano con una visión capitalista de la economía y liberal de la política». Así comienza Néstor Ariñez, de Cochabamba, que comparte la experiencia del Movimiento de los Focolares y vive en la Casa de los Niños, un proyecto social animado por la espiritualidad de la unidad. No podrá estar junto al Papa, pero en esta visita lee algunos pasos importantes a partir de la historia de su familia.

«Muchos movimientos indígenas han denunciado acumulación y uso discrecional de la naturaleza, desde diferentes lugares del planeta y con distintos argumentos. Francisco llega a nuestro país poco después de haberse publicado su segunda encíclica, sobre el cuidado de la casa común, en la que no sólo denuncia el uso abusivo del hombre sobre la naturaleza sino que invita a todos los seres humanos a alcanzar su plenitud por medio del respeto del lugar donde habitan. Parece haber aquí una fuerte coincidencia que tiene que ver con buscar otra manera de desarrollo, que no pase ni por la acumulación, que supone injusticia, ni por la explotación de la madre tierra.

En Santa Cruz Francisco visitará la cárcel de Palmasola. Sólo pensar en ese lugar me provoca nervios y temor. Nuestros sistemas judicial, policial y carcelario, están profundamente corrompidos. Mucha gente inocente está en las cárceles, otros están allí por varios años aunque su sentencia aún no haya sido emitida. Al interior de las cárceles la violencia y la corrupción campean.

En Bolivia quien entra a la cárcel sale mucho más maleado que rehabilitado. En la cárcel viven familias enteras, cientos de niños viven allí con sus padres presos, ¿Qué podríamos esperar de ellos? Las condiciones son infrahumanas porque las cárceles están hacinadas…

Visitar la cárcel no es un acto de popularidad para Francisco. Es una llamada de atención simbólica para que Bolivia y todos los países latinoamericanos revisemos nuestros sistemas de justicia y nuestros sistemas carcelarios; pero no una llamada de atención cualquiera, sino más bien un anuncio de esperanza, “hagámoslo porque eso es construir el reino de Dios.”

Bolivia (2)La parada que hará Francisco en la autopista de La Paz para hacerle el homenaje a Luis Espinal, contiene para mí un significado muy particular. Para empezar, yo viví mi infancia en Achachicala, allí donde miembros de una dictadura militar torturaron y mataron a Lucho. El frío y la pobreza eran los denominadores comunes en ese barrio, aunque se sentía menos hambre con el calor de los amigos. Allí aprendí la solidaridad, el valor de la amistad, la entrega de las madres por el bien de sus hijos… allí aprendí también que la pobreza no viene sola, siempre está acompañada de violencia, ignorancia, alcohol, y otras viejas brujas.

Mi padre fue dirigente de los fabriles en la época del gobierno militar García Meza y por la bendición de Dios no estaba en la casa cuando los paramilitares fueron a buscarlo. La generación de mi padre, que es la de Lucho Espinal, creyó en una Bolivia distinta, en un país de libertades, ellos soñaron mejores oportunidades para nosotros, sus hijos, y por ello entregaron sus vidas. Francisco hará un homenaje no solo a Lucho, sino también a todos esos constructores de libertad. Pero también nos llamará a seguir soñando el futuro de nuestros hijos, a dejarles un país cada vez mejor, a jugarnos la vida por la libertad y la justicia que son preludios del Reino.

La participación de Francisco en el encuentro de Movimientos Sociales, también me parece profética, como toda su visita. Los movimientos sociales son por definición asistémicos, es decir, que no están de la mano con partidos políticos y ni siquiera tienen alternativas claras para construir una nueva sociedad. Los movimientos sociales son contestatarios porque sus integrantes están viviendo las injusticias del sistema, por ello su lema es “Otro mundo es posible”.

Creo que Francisco les dará el mensaje de no venderse a los colores políticos y de seguir trabajando por ellos mismos y sus familias y por las familias del mundo que sufren injusticia. Que sigan soñando un mundo mejor para todos, un mundo en el que se respeten todas las creencias, en el que el diálogo sea el signo de la paz, que vayan proponiendo alternativas de desarrollo, que recuperen los conocimientos ancestrales válidos en un mundo tecnificado. Creo que es el momento en el que Francisco levantará la bandera de la interculturalidad para construir la unidad, en Bolivia y en todo el continente.

Finalmente, y no menos importante, me parece el encuentro con los obispos y con los religiosos. Creo que será una especie de envíopara que religiosos y religiosas y todos los evangelizadores transmitan la alegría del evangelio, trabajando en un contexto que exige a gritos justicia y libertad».

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