People gather near a government building as they await the announcement of a new interim leader in Ouagadougou, Burkina Faso, Friday, Oct. 31, 2014. An army general stepped into the vacuum left in Burkina Faso on Friday by the resignation President Blaise Compaore, who ended his 27-year reign under pressure from violent protests. (AP Photo/Theo Renaut)


BurkinaFaso

“Desde el jueves 17 de septiembre –día del golpe de Estado- estamos todos en casa; las escuelas, las oficinas, el comercio, todo está cerrado. Escasea la gasolina y los víveres, y si se logra conseguir algo, es a precios muy costosos”, explica Aurora De Oliveira del Focolar de Bobo-Dioulasso, la segunda ciudad de Burkina Faso. Allí la protesta se siente, pero no tan fuerte como en la capital Uagadugú (1.500.000 hab.) que ha sido el centro de los principales acontecimientos de la última semana, donde han habido más de cien heridos y al menos diez muertos. “Es una población valiente que ya no quiere estar subyugada. En las grandes ciudades de Burkina Faso todos han participado en las manifestaciones, pero en paz. Se siente mucho temor, no se puede negar, porque la guerra podría explotar de un momento a otro”. “Las actividades en Uaga –donde ya entró el ejército- se han paralizado”, escribe Jacques Sawadogo, de la comunidad de los Focolares en la capital. “Los bancos, el comercio, las estaciones de servicio, están cerradas. Se mantienen abiertas sólo pequeñas actividades de subsistencia. Como miembros del Movimiento en Uagadugú, tratamos de mantenernos en contacto, por e-mail o por teléfono. Tratamos de ser artesanos de paz mediante las acciones y las palabras”.

También localizamos por teléfono al padre Sylvestre Sanou, vicario general de la diócesis de Bobo-Dioulasso. La situación está en continua evolución y se teme que pueda empeorarse. “Hay una huelga general en todo el país –explica el P. Sylvestre – En realidad no se trata de un auténtico golpe de Estado sino de la irrupción de un pequeño grupo de la Guardia Presidencial, comandado por el general Gilbert Diendéré, hombre cercano al expresidente Blaise Compaoré, quien subió al poder mediante un golpe de Estado en octubre de 1987 y a quien obligaron a huir en octubre del 2014, después de 27 años, después de días de protestas. Desde entonces está refugiado en Costa de Marfil. “El general Diendéré ha intentado negociar su inmunidad, por lo que se entiende, después de haber sido la mano derecha del presidente Compaoré”.

Por lo tanto no se trata de conflictos religiosos, entre musulmanes (50%), cristianos (30%) o religiones tradicionales (20%) sino que son de naturaleza política. “Parece que el ejército ha tomado posición a favor de la población, y también los gobernadores de las distintas regiones están en contra del ‘golpe’, incluso en el pueblo natal de Diendéré fue quemada su casa. Sin embargo, la violencia engendra violencia”, prosigue el P. Sylvestre. “El 22 de septiembre nos quedamos sin aliento ante el ultimátum del ejército, que llegó a la capital procedente de 4 ciudades. El futuro político del país es incierto, a pesar de la mediación de los presidentes de Benín y Senegal, a nombre del CEDEAO (Communauté Economique Des Etats de l’Afrique de l’Ouest) y del regreso del presidente de transición de Burkina Faso, Michel Kafando y del primer ministro Isaac Zida (arrestados y liberados)”.

“Yo recién había llegado de una estadía en la ciudadela “Victoria” del Movimiento de los Focolares en Costa de Marfil y me encontré en esta situación” concluye el P. Sanou.” Fue bloqueado el proceso de diálogo que estaba en curso entre varios partidos y que estaba llegando a un consenso. Pero ahora todo quedó sin resolución. Rezamos para que se llegue a una solución rápidamente sin esparcimiento de sangre. Mientras tanto, con los sacerdotes, los religiosos/as y los catequistas de la diócesis y nuestro obispo, hemos empezado el encuentro pastoral que teníamos programado antes de estos eventos. Nos parece importante seguir adelante y rezar por nuestra gente y nuestro país”.

“¿Cómo estamos viviendo? Al inicio estábamos enojados, desilusionados –cuenta Aurora De Oliveira- porque después de los hechos del 2014 la situación política estaba yendo muy bien. A un paso de las elecciones previstas, programadas inicialmente para el 11 de octubre (y ahora postergadas para el 22 de noviembre), llegó un grupo armado y generó caos en todo el país. Ésta fue la primera reacción, que nos hizo sentir la necesidad de protestar. El paso siguiente fue reconocer en este dolor un rostro de Jesús Abandonado y tratar de saldar la unidad entre nosotros para poder transmitir la paz y el perdón. Hemos tratado de contactar a cuantos comparten la espiritualidad de la unidad, porque el amor debe vencer”.

“Seguimos rezando y viviendo en una unidad aún más fuerte con todos ustedes, seguros de la protección de María”, escribe la presidente de los Focolares, María Voce a la comunidad de Burkina Faso, durante el curso del encuentro de los delegados de los Focolares de varias naciones, que hace sentir más cercanas las expectativas y los dolores de tantas partes del mundo.

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