20151129-01«A menudo nosotros somos llevados, por el lenguaje que usamos, a hacernos una idea no exacta de lo que sucedió en Nazaret, en el momento en el que el ángel le comunicó a la Virgen santa que el Verbo se haría carne. La mentalidad antropomórfica nos lleva a considerar a Dios lejano, en lo alto, en los cielos, que manda a su Hijo a un lugar remoto para hacerse hombre.

No es así. Dios está en todas partes, está en el cielo, en la tierra y en cada lugar. Por lo tanto, Dios estaba en la pequeña habitación de la Virgen en Nazaret cuando se le apareció el ángel. Pero era infinitamente distante de las criaturas por el abismo de pecado y por su natural pequeñez.

Dios, en el instante que la Virgen pronunció su sí, en el seno purísimo de ella se desposó con la naturaleza humana, desposó a la criatura, obrando un acercamiento inimaginable entre la divinidad y el universo.

Desde entonces Él está en medio nuestro.

Aquella distancia infinita que nuestra imaginación ha expresado poniendo a Dios lejos de nosotros, por encima de los cielos, se ve anulada: Él está en la tierra, Él es nuestro conciudadano».

 

Pascual Foresi, Teologia della socialità, Città Nuova 1963, pág. 66

No comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *