20160303-02En Bangui, capital de la República Centroafricana, que el papa Francisco definió en noviembre pasado como “capital espiritual del mundo”, «ya nada es como antes». Quien lo afirma es Fidelia, focolarina congolesa, que vive en Bangui desde hace siete años, y que desde 2012 hasta septiembre pasado, vio con sus ojos la continua sucesión de conflictos armados que, en varias etapas, devastaron ciudades y pueblos, sembrando terror y muerte. Ahora la situación ha cambiado completamente y el pensamiento común es que fue precisamente la visita papal la que marcó esta inversión de ruta. «En todos lados, – sigue Fidelia-, también en las provincias, se habla ‘de un antes y de un después’. Por ejemplo, el domingo pasado se produjo la segunda vuelta de votaciones para la elección del nuevo presidente y todo se desarrolló de la mejor manera. Fue así también durante toda la campaña electoral. Sin embargo, tanto la campaña electoral como las elecciones hubieran podido ser ocasión de violencia. En cambio no. Aquí nadie quiere ceder a la violencia. Dicen que al venir el Papa es como si hubiera venido Dios mismo, y por lo tanto, no se puede volver atrás. Sienten que el Papa nos hizo ‘pasar a la otra orilla’ y que debemos ir adelante, hasta lograr la paz verdadera y firme. Estamos todos convencidos de que para llegar a una cohesión social debemos vivir el perdón, la misericordia, la reconciliación. Se advierte que bajo estas palabras existe un verdadero cambio de mentalidad, de comportamiento. También el modo de hablar unos de otros (los cristianos de los musulmanes y viceversa) ¡ha cambiado!»

Las expresiones de Fidelia transmiten una gran esperanza, no sólo para la República Centroafricana, sino para todos los puntos de la Tierra donde es sumamente urgente que las armas callen para encontrar soluciones en el diálogo.

20160303-01Fidelia nos hace conocer también otros matices de la realidad Centroafricana. Nos cuenta, por ejemplo, que en un reciente fin de semana, con otras tres personas de Bangui recorrieron 400 km para llegar a la pequeña ciudad de Bambio, donde hace unos veinte años, alrededor de un misionero capuchino, se formó una comunidad que vive el espíritu de los Focolares. «Hemos encontrado allí distintas familias, muchos jóvenes, todos estaban aún muy motivados- cuenta Fidelia-. Y aunque el padre Umberto tuvo que volver a Italia, ellos durante todos estos años han seguido reuniéndose para animarse recíprocamente a vivir el Evangelio, ayudándose con un libro de Chiara Lubich que él les había dejado».

Ellos se llenaron de estupor y alegría al conocer esta comunidad, que durante veinte años supo mantener la llama del Evangelio encendida. Pero no imaginaban que otra sorpresa los esperaba en ese viaje. En los alrededores de Bambio hay algunos pueblos donde viven Pigmeos. Es una población característica por su baja estatura, que vive principalmente en los bosques y que vive leyes y costumbres propias. «Muchos piensan que no es fácil establecer una relación con ellos – sigue explicando Fidelia- pero teniendo que pasar a través de su población, resultó espontáneo detenernos a saludarlos y explicarles por qué razón nos encontrábamos en esa zona. Animados por su apertura y disponibilidad, nos presentamos, dialogamos con ellos intercambiando los valores en los que creemos. Algunos de ellos demostraron una gran sensibilidad por todo lo que les contamos sobre la espiritualidad de la unidad. Nos pusimos de acuerdo para volver en la época de Pascua para continuar conociéndonos e intercambiar nuestras vivencias recíprocas».

 

 

No comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *