1458313908Los miles de refugiados que están esperando poder pasar la frontera entre Grecia y Macedonia, viven en tiendas de campaña en medio del fango. El “milagro” es llegar a Europa. Dolores Poletto es croata, hace sólo dos semanas trabaja en la Cáritas de Macedonia y vive en la comunidad del Movimiento de los Focolares de la ciudad de Skopie (capital de Macedonia). Es ella quien cuenta lo que ha visto con sus ojos, a lo largo de la frontera: «Fui al campo de refugiados de Gevgelija (Macedonia) con los colegas de Cáritas. Era una visita informal. Del otro lado de la señal fronteriza se ve una marea de gente. Cruzamos la frontera oficial de Grecia a Idomeni».

Fronteras cerradas. La situación humanitaria que los refugiados están viviendo en Grecia, Macedonia y Serbia es el resultado de la clausura de de las fronteras de los países que se encuentran a lo largo de la ruta balcánica. Desde el miércoles 9 de marzo las autoridades eslovenas cerraron las fronteras. También Croacia anunció el cierre de los confines y enseguida después las autoridades de Serbia. Según los últimos datos –pero los números son siempre aproximados- en la frontera de Macedonia se encuentran actualmente alrededor de 14 mil refugiados. En Grecia son más de 34 mil.

En Idomeni hay una especie de embudo. Se está repitiendo lo que desde hace meses se está viviendo en Calais, en la frontera francesa hacia el canal de la Mancha. Los emigrantes llegan, después de haber atravesado Grecia y el Mar Egeo en una barca. «Es una multitud de gente –cuenta Dolores-. Llegan en las condiciones más precarias… Están en la frontera por donde antes se pasaba a Macedonia. La gente quiere estar lo más cerca posible, por eso las tiendas están montadas al lado de la línea del ferrocarril».

A la lluvia se le agrega el frío. «Si hay buen tiempo, de día la temperatura puede llegar a 18 grados, pero de noche baja a 2-3 grados». Las condiciones de vida en el campo se deterioran día tras día. Al frío, hay que sumar la escasez de alimentos y las insostenibles condiciones higiénico-sanitarias.

«Muchos hacen fila para recibir la comida», sigue contando Dolores. «Es difícil describir el estado psicológico en el que se encuentran. Muchos dicen que vienen de Siria. Todos quisieran ir a Alemania, Austria. La única pregunta que nos hacen es: cuándo abre la frontera». Están dispuestos a todo con tal de llegar a la meta, incluso a costa de la vida. «¿Sabes? precisamente ahora escuché la noticia –dice Dolores- que hay tres muertos ahogados en el río entre Macedonia y Grecia cuando trataban de pasar ilegalmente. Es una tristeza».

Cáritas está presente desde el inicio de la crisis, como muchas ONG. «Están esperando, esperan poder pasar la frontera –explica Dolores- por eso, no quieren ir a campos más apropiados. Es difícil ayudarlos». Está la policía fronteriza que vigila para que no pase ninguno, según los acuerdos tomados con Europa.

Delante de este “impasse”, «sientes la impotencia de no poder hacer nada». Dolores quedó profundamente impresionada por esta experiencia en la frontera. «Se puede estar con ellos en la cruz, no logro olvidar esas imágenes. Hay muchísimos periodistas. Hablé con algunos de ellos y regresando a casa vi los servicios noticiosos que hicieron. Me decía que si los hubiese visto sin haber visitado ese lugar, habrían sido una de las muchas noticias que pasan todos los días, pero habiendo palpado esta realidad, siento que se trata de una herida de la humanidad».

Fuente: SIR

1 Comment

  • Sostengo MSF con un piccolo contributo mensile,ma questo non mi basta per tacitare la mia coscienza: mi sento, in qualche modo responsabile, e se fossi più giovane sarei lì,a dare una mano.
    Questa Europa,incapace di reagire e di organizzarsi per fare qualcosa di utile a riguardo,mi sembra un fantasma,lontana dall’idea di Unità che fin da ragazzo avevo coltivato con tanto entusiasmo! Mi sento gestito da ipocriti bottegai che picchiano il bambino affamato invece di dargli una mela.

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