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Foto: Shutterstock

«Mi vida fue muy golpeada por la violencia. En un contexto tan difícil, el deseo de trabajar para la reconstrucción de mi tierra es una pasión que cada día aumenta. Es éste el deseo que me llevó a viajar hasta Italia para estudiar en el Instituto Universitario Sophia (IUS), del cual había escuchado hablar en mi país. El modo en que se enfrentan las diversidades en Sophia me sirve para enfrentar las diversidades de Burundi y aquí he comprendido que no debo esperar a terminar mis estudios para dar mi colaboración».

Es así que el joven se compromete a trabajar por la paz. «En Italia tengo la posibilidad de encontrarme con muchos compatriotas y cada vez que los veo trato de expresar mis convicciones, en el espíritu de fraternidad, con los instrumentos que adquirí en el estudio y en la vida que me ayudan a dialogar valorando lo positivo que existe en el otro.

Esta actitud mía atrajo la atención de algunos que tienen opiniones diferentes sobre la realidad de Burundi: algunos pertenecen al partido opositor, otros son miembros del partido que está en el poder y otros pertenecen a la sociedad civil. Cuando tengo que intervenir, no hablo de mis ideas políticas, sino que expreso lo que siento dentro de mí, refiriéndome al Papa que afirma que “la violencia no es nunca un camino para la paz”».

«Una vez manifesté que entre nosotros había representantes del gobierno, de la oposición, de la sociedad civil, del partido que gobierna, etc. Y que el programa, en esa ocasión en que estábamos reunidos era el de terminar tomando una cerveza todos juntos, como signo de reconciliación y según nuestra cultura. Agregué que aquí, lejos de los conflictos, estamos sentados uno al lado del otro y, que, aunque discutamos apasionadamente, nos saludamos cuando llegamos y también cuando nos vamos, mientras que en Bujumbura se están matando…. Entonces les propuse: ¿Por qué no enviamos a todos nuestro testimonio? ¿Por qué no les decimos a nuestros compatriotas que dialogar y discutir se puede, sin matarse por eso? Aquí hemos comprobado que el diálogo es posible, agregué».

«Después de esa intervención pensé que no habría sido comprendido o que me podrían tomar por un soñador que vive en la utopía». En cambio, para su sorpresa, la propuesta fue tomada muy en serio. «Nos encontramos además con una veintena de expertos de la situación de Burundi. Había representantes de los distintos intereses que estaban en discusión y el objetivo era el de debatir sobre la modalidad para lograr un diálogo inclusivo entre el gobierno, la oposición, la sociedad civil, los grupos armados, etc., procurando la pacificación del país. Fue una ocasión importante para escucharnos, muy útil para expresar juntos y con serenidad algunas propuestas para transmitir al gobierno»

«Pude constatar que la experiencia de estudiar en Sophia da frutos que van más lejos de nosotros mismos – concluye- Más que nunca estoy convencido de que podemos llevar la luz que viene del Evangelio a las diversas situaciones difíciles que se viven en nuestros países. Espero poder continuar dando mi pequeña contribución para la construcción de la paz, no sólo en Burundi, sino en el mundo».

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