“Desafiar el futuro. Hombres y mujeres en diálogo” ha sido el título del evento que se celebró del 18 al 20 de octubre de 2019 en Castel Gandolfo, promovido por el Centro para el diálogo con personas de convicciones no religiosas del Movimiento de los Focolares.

Dar voz a las necesidades, aspiraciones e ideales desde diferentes perspectivas culturales a través de un amplio diálogo entre personas sin una referencia religiosa específica y cristianos católicos; presentes también dos jóvenes musulmanes. Esta ha sido la clave del congreso “Desafiar el futuro. Hombres y mujeres en diálogo”, celebrado en Castel Gandolfo (Roma, Italia) del 18 al 20 de octubre y promovido por el Movimiento de los Focolares. Una elección temática dictada por el esfuerzo de leer en lo profundo de las mujeres y de los hombres de hoy, adultos y jóvenes, pertenecientes a diversas religiones o convicciones diferentes.

¿Qué los mantiene juntos? ¿Cuál es la contribución específica de la sinergia hombre-mujer para un futuro de paz y para trabajar por el bien común? ¿Cuándo y cómo comienza la educación para la relación hombre-mujer? “Todos somos diferentes, pero a veces los adolescentes son excluidos por su apariencia. Los verdaderos héroes no hacen esto, aunque no es siempre fácil”. Estas son algunas palabras de “Héroes verdaderos”, el cortometraje del director belga Erik Hendricks, con que se abrió el congreso. Filmado con un elenco de estudiantes, el documental abrió el camino a las muchas contribuciones que fueron el alma y la riqueza de estos tres días.

En el centro del congreso, la profundización de una peculiaridad del estilo operativo de los Focolares: el trabajo conjunto y la corresponsabilidad de hombres y mujeres. La contribución de Piero Taiti, médico, pionero del diálogo con personas de convicciones no religiosas, sobre la contribución profética de Chiara Lubich ha sido muy importante.

Moreno Orazi, arquitecto, a quien podríamos definir como un cristiano inquieto, en busca y con muchas preguntas de fe, presentó testimonios de hombres y mujeres en el ámbito social. «Aunque al poner en evidencia una fuerte diferencia de impacto desde el punto de vista psicológico entre el cuerpo femenino y el masculino, compruebo una reciprocidad sustancial de sentimientos desde el punto de vista de la condición existencial y afectiva en un nivel más profundo. Para ambos, la soledad y la falta de reconocimiento de sí mismo y de las propias expectativas y aspiraciones es fuente de profundo sufrimiento. Existe una voz interior que emana del cuerpo de las mujeres, en relación con la que el hombre se ha colocado ambiguamente en el pasado, amplificada o no escuchada según su propio interés del momento, pero nunca percibido como la clave para captar la esencia de la feminidad».

Para Giuseppe Auriemma, médico psiquiatra, la reciprocidad que surge de la relación hombre-mujer es un recurso para superar las diferencias. «La reciprocidad cuesta esfuerzo y exige compromiso, pide superar la rigidez de la contraposición, bloquear la tentación de resolver las diferencias en la identidad del más fuerte, superar la mentalidad del poseerse y apropiarse. En realidad es un duro camino de liberación. Los hombres y las mujeres deberían ser más conscientes de sus características únicas, tanto como dones y riquezas, y como límites. Solo entonces podrán vivir una relación, un encuentro, porque cada uno tendrá algo que dar y algo que recibir».

Donatella Abignente, profesora de teología moral, explicó el punto de vista católico: «En la Iglesia católica hay un debate muy animado. En el sínodo sobre la Amazonía, el Papa pide que se reconozca oficialmente el ministerio de la mujer sobre la Palabra. Hay resistencia por parte de personas que han puesto demasiado énfasis en los derechos individuales y en los derechos de los más fuertes, por lo que las mujeres se han vuelto importantes solo cuando han ganado fuerza para hacer valer sus derechos. El derecho se afirma sobre la base de la comunión. En cuanto a la reciprocidad, se construye con la gratuidad que no es el no ocuparse de la plena realización de sí mismo, el voluntarismo de la mortificación o un altruismo demasiado similar a la búsqueda de la propia perfección a través del servicio. No se trata de convertirse en mujer o hombre, sino en convertirse en personas en la comunión gratuita, comprometiéndonos en una transformación que dura toda la vida».

No faltaron las contribuciones de personas de los otros continentes, como Vania Cheng, quien habló sobre la relación hombre-mujer en China, de Ray Asprer en la sociedad filipina y las de Mounir Farag, Haifa Alsakkaf y Giovanna Perucca sobre las mujeres en los países islámicos.

En su ponencia “Claves de interpretación de la historia de las relaciones hombre-mujer”, la socióloga Giulia Paola Di Nicola presentó una visión histórica, enmarcando los cambios que ocurrieron a lo largo de los siglos y la división de los roles, las jerarquías y los valores que han caracterizado, durante milenios, un cierto orden social y de pensamiento.

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